El artículo séptimo de la constitución política de los Estados Unidos Mexicanos señala; que es inviolable la libertad de escribir y publicar escritos sobre cualquier materia. Ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa censura, ni exigir fianza a los autores o impresores, ni coartar la libertad de imprenta, que no tiene más límites que el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública. En ningún caso podrá secuestrarse la imprenta como instrumento del delito.
Mucha tinta ha corrido, sobre temas relacionados con la libertad de expresión. La libertad de escribir a veces acarrea problemas; porque al presidente municipal no le gustó lo que dijo el periodista o el reportero, porque a tal funcionario le cayó en el hígado que no glorificaran sus obras, o ponderaran sus exiguos logros; o al superfluo artista que enfureció porque le sacaron sus trapitos al sol, o bien; porque a un vendedor del vicio le molestó la publicación de sus fotografías en la nota roja.
Por dónde se le vea; escribir con la verdad, lleva implicito el riesgo de perder hasta la vida. La verdad no gusta a quienes practican la mentira. Aunque habrá algunos mercenarios de las plumas, qué a cambio de dádivas agreguen falacias a la nota, muchas veces infundadas. Pero comulgan con la vieja máxima del que paga manda. Es así como personas sin escrúpulos, hacen del noble oficio de la comunicación su "modus vivendi..."
Actualmente los medios en el mundo viven una crisis de inseguridad. Los medios dan cuenta de las salvajes ejecuciones, a cualquier hora y en cualquier lugar. Asesinatos aquí y allá. Esos ataques han dejado un reguero de sangre. Sin tregua, la muerte se pasea mostrando a los heraldos la mordaza, o acallando para siempre las voces disonantes.
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