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Por Jorge Yunis Manzanares
Columna:

Jorge Yunis Manzanares

Sin patear el pesebre: Cómo mueren los mexicanos

2024-08-02 | 02:27 p.m.
Sin patear el pesebre: Cómo mueren los mexicanos
Diario del IstmoDiario del Istmo


Cómo mueren los mexicanos

La Crónica (San Francisco),

21 de enero de 1917.


Del valor espartano de los hombres que en una campaña estéril han venido luchando hace cinco años en México, da prueba la siguiente anécdota publicada en París por un corresponsal francés que estuvo en México.

Aunque omite el nombre el corresponsal, podemos decirlo nosotros: se trata del oficial del Ejército Federal José García, sacrificado en las inmediaciones de Querétaro. Dice así el corresponsal francés:

Una partida mexicana captura al jefe de otra partida. Lo condena, naturalmente, a ser fusilado.

-Yo no hubiera hecho otra cosa tratándose de vuestro propio jefe -dice éste simplemente. ¿Pero quieren ustedes concederme un último día? Me comprometo a volver para la ejecución.

-Fiamos en su palabra.

Parte. Va a la agencia de inhumaciones de la ciudad y pide un ataúd.

-¿Para quién?

-Para mí.

El empleado se inclina respetuosamente. Se trata de un jefe y es joven y apuesto.

-¿Quiere usted saber el importe?

-No me detengo en el precio. Quiero un ataúd de encino y ensedado de blanco.

-Lo tendrá usted así. Vamos a tomar nota.

El condenado vuelve a la hora convenida cerca de los soldados dispuestos ya en pelotón.

-No esperábamos más que su llegada para comenzar -hace notar el oficial que comanda a los soldados.

-Pues yo no espero más que a usted para terminar -responde el condenado.

-Si quisiera usted colocarse ante el árbol que está aquí.

-Sin duda, pero permítanme que les diga adiós.

Es aquello lo más cortés y los enemigos se estrechan la mano.

-Estrecharé también la mano de vuestros hombres. Todos somos iguales ante la muerte, ¿no es verdad?

Después de lo cual, reparte su dinero entre los mismos, e inmóvil contra el árbol, cierra los ojos.

El oficial ordena:

-¡Fuego!

Doce balas parten. El jefe mexicano rueda por tierra muerto y con la cara apenas turbada.


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