En las sociedades preindustriales, dice Ulrich Beck (ver La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad) afrontar o vérselas con el “riesgo” era entendido como un acto de coraje y valentía. En la actualidad cohabitamos con el riesgo que está continuamente acechándonos como una amenaza, ya bien sea un estallido nuclear, el Covid-19 o bien un suceso como el del huracán que dejó destruido el emblemático puerto de Acapulco. En La sociedad del riesgo, la persona no necesita ir a buscarlo o, en su defecto, intentar tomar una cierta distancia con respecto a eso que consideramos una amenaza.
Metafóricamente hablando, siguiendo a Edward Lorenz Norton, el aleteo de una mariposa en un lugar infinitamente lejano a nosotros puede trastornar nuestra existencia, independientemente del lugar en donde nos encontremos. Un hecho insignificante, ocurrido en un lugar lejano, puede ocasionar un suceso mayor a una distancia impensable. Por ejemplo, el deterioro de los glaciares en los polos, tan lejanos, han incrementado el nivel de los mares e impactado islas y poblaciones que en un futuro pueden dejar de existir.
La metáfora de la mariposa es de una belleza plástica sin igual, porque incluye por primera ocasión a una especie animal vinculada con hechos y sucesos humanos y seres no humanos pero que cohabitan en un mismo entorno. La división entre lo biológico y lo social ha quedado sellada de alguna manera. Ocurre que un acto de nuestra parte, impensado, del que no tenemos conciencia o teniéndola, como comprar una bebida embotellada en envase de plástico, que luego de consumir el líquido se convierte en un desecho, puede llegar a causar un desastre en otro lugar del planeta entre seres vivos.
El huracán “Otis” que en unas horas pasó de ser una tormenta tropical a un huracán nivel 5 con vientos de 270 kilómetros por hora, es parte de esta sociedad del riesgo. De acuerdo a la explicación que han ofrecido algunos científicos, entre ellos el chileno Raúl Cordero, entrevistado por la BBC (ver nota del 26 de octubre de 2023: “Qué es la piscina cálida del pacífico occidental que contribuyó a que Otis se convirtiera en un devastador huracán de categoría 5). Dice Cordero que existe un área marina que tiene una temperatura de 31 grados centígrados y que es más elevada que otras partes del océano.
Como se puede apreciar en la anterior imagen tomada de la nota del la BBC, el área marina se extiende desde las costas del continente africano, el océano indico, países asiáticos que conforman un conjunto de islas y se amplía en dirección del pacífico mexicano, sin llegar totalmente a las costas, por lo que es poco probable que la “piscina cálida” haya sido la causa de la conversión de la tormenta en el huracán Otis. Estas “piscinas”, dicen los científicos son algo natural y probablemente existen desde la era en la que se conformaron los actuales continentes.
Esas altas temperaturas son el combustible que necesita cualquier tormenta tropical para convertirse en un huracán como Otis, de nivel 5. Esas temperaturas existen en diversas partes de los océanos, pero en el caso de Otis, la hipótesis que plantean es que la tormenta se encontró con temperaturas elevadas que tienen como origen tanto el fenómeno de El Niño, así como del calentamiento global y la acumulación de Dióxido de carbono en la Capa de Ozono. El punto es que las explicaciones técnicas son útiles para comprender lo que ocurre, pero no para cambiar la tónica de los sucesos.
La sociedad del riesgo no es un concepto fatalista en el sentido de que debemos acostumbrarnos a la constante amenazas de lo inesperado. El concepto de la sociedad del riesgo es una denuncia en el sentido de que la sociedad llegó a una meta imprevista en donde los objetivos que originalmente se ofrecieron fueron trastocados. La sociedad igualitaria, fraterna y libre se esfumó, y lo que tenemos frente a nosotros es una sociedad en donde la población ubicada en la parte baja de la escala social, vive los efectos del riesgo.
Dice Beck que la sociedad industrial se constituyó sobre la idea de la distribución de la riqueza de manera desigual, pero al mismo tiempo legítima. Y lo mismo ocurre con la sociedad del riesgo. Se ofrece a la sociedad la seguridad mediante intervenciones reales o cosméticas a través de la incorporación de tecnologías, se legitima a través de una opinión pública crítica pero que ante la relevancia que se le otorga a la tecnología queda desarmada, mientras en realidad lo que prevalece es una vida sometida al riesgo incesante.
Los organismos mundiales que actualmente existen (ONU, FAO, las reuniones ambientalistas del COP, los acuerdos de Tokio, etc.) no son las herramientas que la población mundial requiere para superar la sociedad del riesgo. El siglo XXI apunta a una recomposición mundial en la que infelizmente el sello del progresismo parece será la tónica. Urge el posicionamiento de las naciones del sur y sus pueblos y comunidades antes que la sociedad del riesgo termine por sepultarnos de manera definitiva.
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