Hasta ahora ningún dirigente, el que me digan, ha hecho lo que Don Rafael Reyes Castañeda cuando estuvo al frente de la Liga de Beisbol Coatzacoalcos, que tenía como sede los peleados campos de la colonia Petrolera.
Y no se trata de logros deportivos, ni mucho menos, sino de mantenerse todo el tiempo firme en su decisión de no dejar que las autoridades de ese entonces, le arrebataran lo que él siempre dijo, le pertenecía a los beisbolistas, llámese niños, jóvenes y mayores.
Hombre de palabra y leal a sus convicciones, “Don Rafa”, como lo conocen en el medio deportivo local, jamás permitió que la ambición de alcaldes y subordinados, dejara a los peloteros sin espacios para practicar su deporte favorito.
Luchó hasta el cansancio como nunca ningún otro presidente de liga o promotor, sin importarle que con ello estuviera poniendo en riesgo su propia vida.
Don Rafael Reyes amaba tanto el beisbol, que en más de una ocasión se atrevió a desafiar a las autoridades través de sus famosas huelgas de hambre, en los hoy olvidados terrenos de la colonia Petrolera.
Y pese a su delgadez exagerada, el dirigente nunca "se rajó", al contrario, aguantó a pie firme los embates de sus detractores, que buscaban a como diera lugar sacarlo con todo y sus perros de los campos de la colonia Petrolera.
Incluso, se dio el lujo de rechazar una tentadora oferta a cambio de dejar los codiciados terrenos, que en el caso de cualquier otro dirigente, estamos casi seguros, no lo hubiera pensado dos veces.
Sin embargo, Reyes Castañeda, con la honestidad que siempre le ha caracterizado, no se dejó llevar por la ambición y prefirió conservar dichos escenarios, para que niños, jóvenes y adultos siguieran jugando ahí el “rey” de los deportes.
Pero, a pesar de dar en todo momento la cara por los beisbolistas, entre ellos algunos presidentes de ligas, hoy nadie se lo agradece, pues se sabe, tras haber sido sacado de los campos, no se entiende cómo, deambula por las calles de Coatzacoalcos ofreciendo sus servicios como jardinero.
Sin que nadie de los que en su momento ayudó le tienda la mano.
Peloteros, umpires y hasta aprendices de directivos que se forjaron bajo su sombra (algunos de ellos viven del deporte), ni voltean a verlo, pues tal parece se olvidaron del que fuera su “maestro”.
Así ha sido el triste andar de Rafael Reyes por este mundo.
Hasta la próxima SDQ.
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