Hay quienes dicen que es de sabios cambiar de opinión.
Yo confío en que la presidente de México así lo haga, porque de continuar con los planes trazados desde el sexenio anterior, puede caer el país en una crisis económica, social y política sin precedentes.
La confianza y estabilidad de una nación dependen entre otras muchas cosas del eficaz funcionamiento de la economía como consecuencia de la vigencia plena del estado de derecho. Lamentablemente las decisiones tomadas en las últimas semanas por nuestras autoridades no apuntan precisamente en esa dirección.
Han anunciado que invertirán 510 mil millones de pesos en trenes de pasajeros, sin haber hecho primero los estudios necesarios que demuestren que existe demanda de tal servicio.
Hacer obras de esa naturaleza sin un análisis serio y a fondo que las justifique no tiene ningún sentido, máxime cuando hay tramos carreteros del país que están destrozados. Otros más no han sido modernizados ni ampliados, no obstante que el tráfico de vehículos ha aumentado considerablemente. Los viajes por carretera en los últimos tiempos se han vuelto un problema muy serio por los baches, embotellamientos que causan retrasos y por los asaltos.
Las carreteras las utilizamos todos. Los ferrocarriles únicamente un sector minoritario de la población. La rentabilidad del tren Maya y el que atraviesa el Istmo de Tehuantepec está en duda por la insuficiencia de pasajeros.
Por otro lado y como si estuviéramos en Jauja, la reforma al Poder Judicial, que más bien parece venganza contra los ministros de la Suprema Corte, en lugar de una solución verdadera y de fondo a la deficiente impartición de justicia que tenemos, hará que gastemos el año próximo 13,200 millones de pesos en las elecciones y aparte lo que nos costará pagarles la liquidación conforme a derecho a todos los juzgadores que perderán su trabajo. ¡Qué caras nos cuestan algunas decisiones!.
Adicionalmente habrá que cuantificar los daños colaterales que se producirán al detenerse la impartición de justicia, mientras salen unos, entran otros y aprenden los nuevos.
Por cierto, la elección de jueces, magistrados y ministros mediante el voto popular no es garantía de que lleguen las personas más capaces, experimentadas y honradas.
Alcaldes, gobernadores, legisladores y hasta el titular del Poder Ejecutivo son electos mediante votación popular y esto no ha impedido la improvisación, la falta de capacidad, las ocurrencias, ni el saqueo de recursos públicos.
Como decía Juan Gabriel: ¿Pero qué necesidad, para qué tanto problema?.
Gastar el dinero de los contribuyentes en cosas que no son prioritarias, descuidando rubros que sí lo son, es una forma de dilapidar los recursos públicos.
Lo mismo pasará con las decenas de miles de barriles de petróleo enviados a Cuba por el gobierno mexicano, supuestamente a crédito. Esa nación jamás pagará la deuda contraída porque su economía está quebrada. El socialismo simplemente no funciona, por más que tenga muchos admiradores que curiosamente no viven allá, sino acá y cuya mayoría cobra del erario público.
Cierro este artículo con una frase de Vargas Llosa: "A todos los socialistas les deseo: La abundancia de Venezuela, el salario de Cuba, la justicia de China y la libertad de Corea del Norte".
¡Genial!.
¿No les parece a Ustedes?.
Muchas gracias y buen fin de semana.
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