Sergio Arias.
Ha fallecido el que quizá sea el último de los representantes de los llamados políticos con formación. Destacado por su lucidez, su sagacidad política, buena oratoria y profundo conocimiento del llamado sistema político mexicano, Porfirio Muñoz Ledo deja un legado impresionante cuya trayectoria habla por sí misma. Si bien polémico y controvertido, es de reconocerle su capacidad de adaptarse a los cambios e incluso ser promotor de los mismos.
A pesar de ser parte del sistema, tuvo la visión y el valor de desafiar el presidencialismo autoritario y el sistema de partido único. En 1987 formó al interior del PRI la llamada Corriente Democrática que a la postre se convertiría en el eje aglutinador del Frente Democrático Nacional encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas como candidato a la Presidencia de la República; este hecho detonó la caída del sistema en las elecciones de 1988 y la alternancia política.
En esa elección el PRI oficialmente perdió una cuarta parte de los distritos, con lo cual la representación política tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado cambió radicalmente. También perdió la capital del país, donde Muñoz Ledo fue electo Senador de la República. Hoy la historia destaca su interpelación al Presidente Miguel de la Madrid en aquella sesión de Congreso General del 1º de septiembre de 1988.
En su periodo como Presidente del PRD, el país vivía episodios de violencia política e inestabilidad social, el levantamiento armado del EZLN, el homicidio de Luis Donaldo Colosio y el de José Francisco Ruiz Massieu, la crisis económica que se denominó “error de diciembre” y el rescate bancario a través del FOBAPROA obligaron al país a una profunda reforma electoral donde su participación fue determinante.
Los avances de la reforma electoral de 1997 y los resultados de las elecciones de ese año, generaron una importante apertura democrática que prefiguró la derrota del PRI en las elecciones presidenciales del año 2000. Adicionalmente, la izquierda ganó la Ciudad de México y los capitalinos por primera vez elegían a su Jefe de Gobierno. En esa elección la visión de Porfirio Muñoz Ledo fue fundamental, ya que al perder el PRI la mayoría absoluta de la Cámara de Diputados su impulso para generar mecanismos de negociación política permitió que por primera vez un diputado de oposición presidiera los trabajos del Congreso General y de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados y, por tanto, Muñoz Ledo diera respuesta al informe de gobierno de Ernesto Zedillo. De aquél discurso recordamos: “Saber gobernar es también saber escuchar y saber rectificar. El ejercicio democrático del poder es, ciertamente, mandar obedeciendo”.
En el 2018, Porfirio tuvo un reencuentro con la historia política de nuestro país al ser electo como diputado federal y Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados y entregar la banda presidencial a Andrés Manuel López Obrador como Presidente de la República. Contrario a aquél 1997, Porfirio no pudo conseguir los consensos para ser reelecto Presidente de la Cámara de Diputados, sin embargo, en una frase deja un legado importante sobre todo para los políticos de nueva generación: “Se puede tener el poder y no pasar a la historia, se puede pasar a la historia sin tener el poder”.
Max Weber decía que quien vive para la política alimenta su equilibrio y su tranquilidad con la conciencia de haberle dado un sentido a su vida, poniéndola al servicio de algo, tal es el caso de Porfirio Muñoz Ledo.
Como integrante de una generación que fue sacudida por el movimiento democrático de 1988, considero que buena parte de nuestra democracia no podría haberse consolidado sin la participación de hombres y mujeres que, dejando de lado la comodidad del poder desafiaron el presidencialismo autoritario y conjuntamente con los integrantes de la izquierda histórica sentaron las bases de nuestra democracia realmente existente.
Hoy que la ausencia del debate de las ideas y de los proyectos es una constante; donde la opinión pública pertenece a una casta televisiva que cree tener la verdad revelada de saber de todo y opinar de todo, se extrañan voces como la de Porfirio Muñoz Ledo.
Vaya pues desde aquí un modesto pero sencillo reconocimiento a tan importante trayectoria política.
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