La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. (Hebreos 11:1). Esta fe es la que nos lleva a estar seguros en la plena esperanza de recibir algo aunque no se vea.
La fe cristiana se basa en las promesas de Dios y conecta al creyente con el poder de Dios. El que verdaderamente tiene fe actuará en la Palabra de Dios con perfecta seguridad, como ejemplo, tenemos al patriarca Abraham, Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.
Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. (Hebreos 11:8-10). La Biblia tiene mucho que decir sobre la fe, pero antes, comenzaremos por el principio.
LA MEDIDA DE LA FE, sin ella ninguno de los niveles de fe serían posibles. Dios da una medida de fe a todos los hombres para creer. (Hebreos 11:1).
A los cristianos les da una medida de fe para que crean en el Señor y le agraden; y para que el hombre en su fe pueda moderar sus acciones y palabras concerniente a los dones según la gracia que le fue dada. El apóstol Pablo declara:
Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. (Romanos 12:3). Así, podemos decir que una medida de fe, es el principio de una fe superior a la que se considera normal. FE CRECIENTE.
Es aquella que progresa constantemente desde la medida de la fe hasta una fe grande y fuerte.
El apóstol Pablo señala: Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás; tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis. (2 Tesalonicenses 1:3,4).
Este crecimiento de fe lo proporciona la comida espiritual que ayuda al cristiano a crecer en un nivel más profundo.
FE IMPLACABLE. Una fe que no se puede acallar y que es totalmente persuasiva. Esta fue la del centurión, que no se rindió hasta que se le concedió su petición.
Este centurión le había pedido al Señor Yahshua que sanara a su hijo enfermo, y cuya fe era tan grande que llegó a expresar:
Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. (Mateo 8: 8-9).
Las palabras del centurión hicieron notar la gran fe que tenía, por tal razón, el Señor Yahshua se maravilló y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
Tenemos también como ejemplo la gran fe de la mujer cananea, una gentil (No judía). Los gentiles, por regla general, tenían muy poca o ninguna fe en Dios.
La palabra de Dios dice: Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero Yahshua no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros.
Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.
Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Yahshua, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora. Esta gran fe de la mujer cananea, fue una fe persuasiva que con tan grandes razones y argumentos pudo mover el poder sanador del Señor.
Es la que cree que todas las cosas son posibles para Dios y nada está más allá de Su poder. La Escritura dice: Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.
(Hebreos 10:23). La fe inquebrantable es inmovible a la certeza del poder de Dios. La palabra de Dios dice: Respondiendo Yahshua, les dijo: Tened fe en Dios.
Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. (Marcos 11: 22-24).
La fe inquebrantable no vacila, por el contrario, da gracias por la respuesta desde el momento en que la pide, luego espera su cumplimiento con la expectativa de un niño.
Esta fe inquebrantable, fuerte e inflexible, es la fe de Abraham, Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara.
Tampoco dudó de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia. (Romanos 4, 18-22).
Abraham tenía una fe fuerte e inquebrantable que lo llevó a ver muchas veces la gloria y el poder de Dios. Cuando realmente creemos entonces actuamos y obtenemos lo que esperamos. Continuará.
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