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Nena de la Reguera (I)




El sábado pasado no pudo ser mejor para el columnista luego de, por la tarde, charlar tendidamente con una veracruzana típica, un verdadero personaje de la vida pública de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, Dulce María de la Reguera Gómez, Nena de la Reguera.

Luego de que el jueves pasado se publicó en los medios del Corporativo IMAGEN un comentario que hice sobre ella, con el subtítulo “La Nena de la Reguera, contra los mercachifles de la política” (veo que coincidimos, me dijo), se dio el extenso diálogo.

(En el comentario dije que estaba de acuerdo con una crítica que hizo a diputados y alcaldes, muchos de su partido, que solicitaron licencia para buscar, de nuevo, otro cargo de elección popular, opinando que si no ganaban ya no deberían regresar a sus cargos originales; que esa práctica era “un relajo”, “antiprofesional” y “antipolítica”.)

Candidata de Morena a presidenta municipal de Boca del Río, autora de No sólo para mujeres, su primer y único libro (agotado), profesora normalista y de danza, fundadora y maestra de la Escuela de Superación Personal y Maquillaje (en el puerto jarocho), por la que han pasado más de cinco mil alumnas, ex Señorita Veracruz, ex finalista Señorita México representando al Estado, y ex Reina del Carnaval de Veracruz, sorprende por su comportamiento ajeno a cualquier ínfula: acepta que no sabe de política, por lo que dice al columnista: “Me encantaría que me jalaras las orejas y aconsejaras si ves que estoy metiendo la pata”.

Y la mete, pero sabe salir airosa, tiene recursos de sobra. En pasada reunión con militantes de su partido, como técnica de acercamiento los empezó a describir conforme su nombre y su signo zodiacal (ella es Virgo). Luego de que le decían cómo se llamaban, les respondía: a los que se llaman como tú son así o asá. El último que faltaba le dio su nombre: Francisco. Le comentó entonces que a los Francisco les gustaba la copita, que amanecían con crudita y que eran mujeriegos. Aquél le respondió que sí, que le gustaba la copita y que sí, que era mujeriego, que tenía cuatro mujeres, su esposa y sus tres hijas, las cuales estaban presentes. Ella le reviró entonces de inmediato: se me pasó decir que todos, excepto tú.

Le ofrecieron la candidatura –me platicó– porque en las encuestas de Morena era la mejor posicionada, y la aceptó porque, a diferencia de hace tres años, cuando pretendían que fuera candidata a diputada federal, y luego a local, lo que rechazó porque no quiere ir a vivir a la Ciudad de México ni a Xalapa, ahora, esta vez, si llegara a ganar, podría ir a comer a su casa. “Esta cerquita”.

A sus 70 años (no, tampoco se quita la edad ni la oculta) se escucha como una jovencita, con mucha vitalidad y alegría. No rehúye hablar incluso de su vida privada, como el hecho de que le gusta ir a comer a su casa para hacerlo con su esposo, el empresario Carlos Maroño Acosta, con quien se casó en segundas nupcias cuando ella tenía 56 años y él 68 (ahora tienen 70 y 82 años, respectivamente).

Fanática número uno de Andrés Manuel López Obrador (así se describe), “más que morenista, pejista”, no se arredra y empuja hacia adelante en su candidatura. Lo hace con el entusiasmo de una principiante, pero también porque, como Virgo, quiere que todo esté bien, que todos estén contentos y felices, porque “somos soñadores”.


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