A finales del año dos mil veintiuno, Emma llegó a revolucionar no solo la vida de Miroslava y Orlando, sus papás, también de sus abuelitos, tíos y primos.
El pasado miércoles veintiocho de diciembre, la inocente y linda princesita, disfrutó su primera fiesta de cumpleaños.
En tonos pastel y una hermosa ambientación, sus papás convocaron a familiares y amistades allegadas quienes se dieron cita para felicitar a la pequeña nena que se portó súper bien.
Recibió contenta sus regalos, golpeó la piñata, bailó, cantó y sopló la velita del pastel que además de lo hermoso que estaba, fue una delicia para el paladar.
Esta pequeña reunión se realizó en casa de sus abuelitos Archo y Merli, en la blanca Mérida hasta donde se trasladó su tío Adnnan quien no dejó de consentirla y le llevó los abrazos y besos de su tía Pavlova, que esta vez a través de las redes sociales, no se perdió detalle de la fiesta.
Sus tíos Mónica y Juan Pablo, fueron los primeros en llegar, trayendo consigo a su primo Juan Pablo.
Su tío René se hizo presente y degustó las delicias culinarias que se ofrecieron para tan especial ocasión, pero quien su duda recibió el mejor regalo, fue Don Erre, el abuelo.
Mismo que viajó desde Veracruz para consentir a la nieta y recibir sus besos, pues la mayor parte del tiempo, ella pidió estar con él, entre sus brazos y dando sus primeros pasos.
Por eso al iniciar este texto, he escrito, para la familia de Emma, esto fue, sin temor a dudas o equivocación, lo mejor del año. Emma se roba el corazón de quien la conoce. Es realmente una dulce y tierna princesa.
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