La maroma mixteca



La maroma mixteca

En el marco del 11 aniversario del sitio web Santa Cultura, en la Biblioteca Pública Central “Margarita Maza de Juárez”, se dieron a conocer pormenores de la maroma mixteca, manifestación ritual, festiva y artística, surgida de las entrañas de los pueblos que, desgraciadamente, está amenazada con desaparecer.  Es una dinámica de vida, coincidieron los presentadores del libro, y el autor. 

Esta disciplina es ejecutada también por artistas campesinos, indígenas y mestizos, en los vecinos estados de Guerrero, Puebla y Veracruz. En Oaxaca, en los distritos de la mixteca, sierra Juárez y mixe. A fin de preservar la maroma, en sus estilos y variantes regionales y propiciar su práctica entre las nuevas generaciones, en diciembre pasado se organizó el Tercer Encuentro Nacional de Maromeros, en Santa María Tlahuitoltepec, Mixes. 

A esta expresión, cuyo origen se comparte entre Asia, Grecia y Mesoamérica, y que incluye danza, ritual, música de banda de viento y acrobacia, se le ha asimilado al circo. Si bien ha habido contribuciones entre ambos desde la época virreinal y aunque tengan puntos de encuentro en la acrobacia, son distintos, aclaró entonces la etnóloga, Charlotte Pescayre: “Y eso que llaman circo indígena o circo comunitario, no es así. No todos los acróbatas son maromeros, quienes son los que danzan en la cuerda”. 

La maroma – palabra proveniente del árabe “mabruma”, que refiere a la cuerda vegetal, torcida y retorcida- es una danza comunitaria, se relata en el libro: “Ni circo, ni teatro…maroma”, cuyo autor es el comunicólogo y fotógrafo, Rey David Sanjuan Zamora, integrante del grupo Mixteca de mi corazón. La presentación estuvo a cargo del maestro Guillermo Rangel Rojas y el periodista cultural José Luis Pérez Cruz.  

La maroma mixteca

El antropólogo, Julián Antonio Carrillo, indica que existen esfuerzos de salvaguarda, como este libro respaldado por el Programa de Apoyo para Culturas Municipales y Comunitarias. El testimonio de Sanjuan es valioso, porque contextualiza, documenta y amplifica la voz de los artistas. El experto pregunta: “¿Por qué no valorar una actividad cosmogónica, lúdica y artística que, entre otros beneficios, reúne a jóvenes y viejos, ayuda a dar un sentido de pertenencia (es decir, crea comunidad), impulsa el ejercicio y la concentración, ayuda a conectar a pueblos, por medio de la reciprocidad y motiva a que la gente viaje conociendo nuevos horizontes?” 

“Entre algunos pueblos originarios, la maroma es incluso un ritual de comunicación con los dioses, necesario para transformar el campo con lluvia y así hacerlo relucir verde y dar buena cosecha. De ahí que, por sus múltiples funciones, puede considerarse un elemento valioso – identitario, recreativo y comunal- y sin duda una práctica cultural que es necesario mantener viva.” 

“La maroma es un espacio y tiempo mágico en el cual hombres y mujeres valientes se transforman en poetas, acróbatas y actores de teatro, dejando de lado sus oficios y deberes cotidianos del campo, para buscar también transformar a su público por medio del asombro y la risa compartida.”  

En tiempos de la Colonia -ilustra Sanjuan- llegaron a México funambulistas (alambristas), maromeros, ilusionistas, volantines y otros artistas que fueron inspiración para muchos mexicanos dispuestos a cultivar las diferentes disciplinas del arte circense. La mitad de las 60 páginas, contiene la memoria visual recogida por la lente de Sanjuan durante los años 2009-2015, además de testimonios de integrantes de algunas compañías o grupos de diferentes poblaciones mixtecas.  

Los grupos se integran mayoritariamente por hombres, aunque no excluye a mujeres; en algunos casos, miembros de una misma familia, que heredan la tradición de generación en generación. Son entre 6 o 12 personas que cumplen diferentes roles entre ellos el de payaso o gracioso (por lo regular el versista), los acróbatas, que pueden ser alambristas, trapecistas, barristas o gimnastas, así como el llamado burlador al que se nombra como: chango, gato o negro.  

Los maromeros trabajan en un cuadro, una estructura de madera o metal de entre 8 o 12 metros de altura; de ahí el alto riesgo físico que implica subirse a la cuerda o al trapecio. Anima el recorrido previo, y durante el espectáculo, una banda de viento con ritmo de chilenas. Durante los actos, hacen pantomima, estableciendo situaciones cómicas en las que pueden incorporar problemáticas y personajes de la comunidad, estableciendo un tipo de crítica social. 

La maroma se presenta en las fiestas o como parte de un ritual en algún lugar sagrado. Puede llevarse a cabo por el sistema de correspondencia – intercambio recíproco entre pueblos- o por medio de una remuneración. Hace una década existían 17 compañías en la mixteca. En la actualidad, no hay certeza de cuántas sobreviven. Tradición oaxaqueña, que no debe perderse. 

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