Jiménez Espriú: enojado




Se le bajaron los humos al bravucón ingeniero Javier Jiménez Espriú, que renunció a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, con el argumento de estar en contra de la militarización de los puertos del país.

Dicha medida, que se dio por decisión presidencial, y que no estuvo sometida al capricho de nadie, y por lo mismo fue decisión de carácter estratégico, tomada por el propio presidente AMLO, para reforzar sobre todo la operación de las aduanas del país, por cierto, fortalecida con el director general de Aduanas, Horacio Duarte.

Pero, para Jiménez Espriú, a quien se le sentía fuera del gabinete por algunas situaciones que lo evidenciaron supuestamente de falta de probidad en el ejercicio de la función pública y conflicto de intereses, por lo mismo con algunos sesgos personales, simplemente al irse sacó el cobre, al expresar públicamente en redes sociales, que aborrece a Morena y a la Cuarta Transformación, y por ende al presidente AMLO, a quien no pudo ganarle el brinco.

AMLO, en todos los casos que se han presentado estas situaciones, les acepta la palabra y la renuncia y el que sigue.

Por eso, nombró de inmediato en la SCT, al ingeniero Jorge Arganis, un profesional con mucha experiencia en la ingeniería civil, y que tiene una trayectoria impecable en su actividad de muchos años recorridos, incluso de talla internacional, que a sus noventa años de edad se le ve entero, lúcido y dispuesto a cerrar con broche de oro este mandato.

Además, de que sobre todo tendrá que levantar el tiradero que dejó el famoso Jiménez Espriú, un personaje de negros antecedentes, que siempre desentonó en el gabinete de AMLO, y mejor que no se hubiera alquilado en el cargo, cuando su propia familia le decía que se quedará a cuidar a sus nietos. Pero no hizo caso.

El caso es que algunos del club (billonaire) que se colaron en el gabinete de la Cuarta Transformación, se han ido cayendo solitos como pinos de boliche.

Seguramente y al parecer, ya hay nombre del próximo que sigue en caer, que está “cargado deberás” y también de problemas, que se dice saldrá muy raspado con el caso de Emilio Lozoya.

 

De quien se dice,  regresó al país  dispuesto a cantar en varios idiomas, y por eso acapara los escenarios mediáticos, en donde los analistas no se ponen de acuerdo y hasta ven de más en un caso complicado, pero sencillo de resolver, cuando el personaje se dice que está dispuesto a dar todos los nombres de los involucrados en varias estafas en el gobierno de EPN, y que se dieron fugas multimillonarias de recursos públicos y que pega a personas de la política, la iniciativa privada y hasta de las empresas trasnacionales de muy malos antecedentes.

A Lozoya Austin, casi lo ponen en un hotel de cinco estrellas y hasta con edecanes, porque de perseguido, ahora se convierte en perseguidor, delator y todo lo que le signifique cantar en varios idiomas, entiéndase en el lenguaje coloquial, que, por acuerdo, con las autoridades estará dando nombres de todos los personajes que se beneficiaron con los negocios fraudulentos cuando estuvo al frente de la paraestatal en el pasado gobierno.

En aquel tiempo, Emilio Lozoya, se mostró como un funcionario cínico, arrogante y prepotente, al grado que se dijo de que cobraba caras las audiencias, que concedía como director de Pemex a los contratistas y proveedores.

La postura del gobierno de AMLO, es ir hasta las últimas consecuencias, y quizás, el largo brazo de la justicia sirva para acalambrar a muchos personajes de todos los partidos políticos, del sector empresarial y funcionarios encumbrados en cargos de mucho poder, y que por lo mismo no duermen. Así las cosas.



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