Francisco J. Ávila Camberos




Hoy se cumplen 110 años del inicio de la Revolución Mexicana. Una contienda  sangrienta, llena de claroscuros que todavía no alcanzamos a comprender; porque de acuerdo a sus impulsores, ese movimiento lo hicieron para promover la libertad, la justicia y mejorar al país, sin calcular el enorme costo que tuvo que pagar México por ello.

Murieron cientos de miles compatriotas. Se destruyó gran parte de la escasa infraestructura que teníamos y se provocó la ruina  del país.

La revolución dejó a muchos compatriotas en la calle. El campo se despobló. Quienes pudieron, huyeron al extranjero. El pueblo padeció hambre, porque el campo quedó abandonado y arruinado.

Como en todo, hubo idealistas, pero también vividores que solamente fueron a “La Bola”, para ver qué pescaban en el río revuelto.

Muchos revolucionarios que supuestamente luchaban por la injusta distribución de la riqueza y el fin de los privilegios, terminaron riquísimos. La justicia brilló frecuentemente por su ausencia.

Quienes exigían la desaparición de los latifundios se quedaron con las mejores tierras, volviéndose prósperos hacendados. Como decía López Mateos refiriéndose a la revolución: Esta hizo pobres a los ricos y ricos a los políticos.

La principal bandera enarbolada por la lucha armada era terminar con las constantes reelecciones de Don Porfirio y abrirle paso a la democracia.

Es importante aclarar que Don Porfirio renunció a la presidencia el 25 de mayo de 1911, saliendo al exilio 6 días después. Luego entonces, no pueden achacársele al presidente Díaz  los excesos que tuvo la revolución, ni el enorme derramamiento de sangre que los mismos caudillos revolucionarios provocaron.

Fueron las ambiciones desatadas de éstos las que avivaron  la hoguera y  prolongaron la lucha revolucionaria durante 20 años más.

Para reemplazar a quienes morían o desertaban; las partes en conflicto reclutaban a personas de escasos recursos mediante el oprobioso sistema de leva, obligándolos a pelear para su causa.   Muchos mexicanos fueron a combatir contra su voluntad,  sin saber siquiera por qué peleaban.

Curiosamente los caudillos acabaron enfrentados y peleando todos contra todos. El poder los enloqueció. La mayoría terminaron asesinados por quienes antes eran sus  aliados.

Es cierto, al final hubo cambios positivos, pero el costo fue altísimo en vidas humanas y en sufrimiento.

Sé muy bien que el hubiera no existe.

Aún así pregunto: ¿No habría sido mejor para el país que los mexicanos de entonces hubieran conciliado sus diferencias, sin tener que llegar a las armas?.

¿Cuánto dolor y sufrimiento pudo evitarse?.

Que esto nos sirva de experiencia para resolver nuestros problemas en paz y no repetir los mismos errores del pasado. También para no dejarnos manipular por quienes al buscar cómo dividirnos para llevar agua a su molino, terminan sembrando vientos, porque las tempestades que cosechen las terminaremos padeciendo todos.

No les parece a Ustedes?.

Muchas gracias y buen fin de semana.



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