La fracturación hidráulica, o hidrofracturación conocida como fracking, es una técnica para posibilitar o aumentar la extracción de gas y petróleo que se encuentran atrapados en los poros de formaciones rocosas poco permeables denominadas lutitas bituminosas situadas en el subsuelo, es una de las técnicas de estimulación de pozos en yacimientos de hidrocarburos no convencionales o “shale”.
Esta técnica parte de la perforación de un pozo vertical hasta alcanzar la formación que contiene gas o petróleo. Seguidamente, se realizan una serie de perforaciones horizontales, que pueden extenderse por varios kilómetros en diversas direcciones. A través de estos pozos horizontales se fractura la roca con la inyección de una mezcla de agua, arena y sustancias químicas a elevada presión que fuerza el flujo y salida de los hidrocarburos de los poros.
Los partidarios del fracking argumentan que la técnica no tiene mayores riesgos que cualquier otra tecnología utilizada por la industria, e inciden en beneficios económicos; por otra parte, sus oponentes señalan que el impacto medioambiental de esta técnica incluye la contaminación de acuíferos, elevado consumo de agua, contaminación de la atmósfera, contaminación sonora, migración de los gases y productos químicos utilizados hacia la superficie, contaminación en la superficie debida a vertidos, y los posibles efectos en la salud derivados de ello. También argumentan que se han producido casos de incremento en la actividad sísmica, la mayoría asociados con la inyección profunda de fluidos relacionados con el fracking y debido al deterioro ambiental que provoca, la explotación del gas de lutitas es incompatible con otras actividades económicas como la ganadería, la agricultura y el turismo.
El fracking se practica en México desde hace tiempo. La información que provee el gobierno en el tema es incompleta y contradictoria. Mientras que la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) reporta 28 pozos exploratorios de hidrocarburos no convencionales, Pemex, mediante múltiples solicitudes de información pública, ha reportado 3,780 pozos perforados mediante esta técnica al menos desde hace más de una década.
El 80% de los pozos que usan o han usado esta técnica se ubican en Tamaulipas (2,734), Veracruz (2,270) y Nuevo León (1,776). Estos pozos se han perforado sin el conocimiento de las comunidades locales, así como sin información sobre los riesgos a la salud, al ambiente y al agua, que implica el fracking.
Al respecto, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha reiterado en distintas ocasiones que la fractura hidráulica para exploración de hidrocarburos se mantendrá vetada durante todo este sexenio. Sin embargo, a inicios de este mes la Alianza Mexicana contra el Fracking denunció que Pemex perforó y fracturó tres pozos en yacimientos no convencionales en Puebla y Veracruz, y que la CNH aprobó una nueva estrategia exploratoria para perforar hasta 18 pozos con esta técnica en la Cuenca de Tampico Misantla, en Veracruz, en el 2021.
México debe prohibir la extracción de hidrocarburos por fracturación hidráulica con base en el principio precautorio, tal como lo han hecho Francia y Bulgaria y numerosos gobiernos regionales y locales alrededor del mundo. Se deben tomar de manera inmediata medidas concretas y efectivas para detener el fracking en el país y aprobar la prohibición legal de esta nociva técnica ahora y en el futuro.
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