Toda desobediencia a la palabra de Dios es pecado. Cuando un pensamiento, o una palabra, o una acción determinada, son ejecutados en contra de los mandamientos de Dios, entonces decimos que la persona está en pecado, y esto trae consecuencias.
El primer pecado se originó en el huerto de Edén cuando Adán ignoró el mandamiento de Dios cuando Dios le dijo que de todo árbol del huerto podía comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comiera porque el día que lo comiera, ciertamente moriría. (Génesis 2:16,17).
La presunción de Adán y Eva, produjo el primer pecado, que considerando y aceptando una mentira como verdadera, sin tener certeza de ello, comieron del fruto prohibido cuya consecuencia fue la muerte espiritual.
Adán sabía que no tenía que comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, sin embargo fue rebelde al desobedecer a Dios comiendo de él. (Génesis 3:6). Ese pecado tuvo consecuencias por cuanto Dios ejecutó juicio sobre la tierra, y los expulsó del huerto del Edén. (Génesis 3:14-23).
Esa desobediencia de Adán, dañó la humanidad, pues el pecado nos imputó un estado de culpa; este es el pecado original.
El apóstol Pablo señala: por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. (Romanos 5:12).
Desde entonces, todo hombre nació con la tendencia a desobedecer o hacer lo incorrecto delante de Dios. La palabra de Dios dice que todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley. (1 Juan 3:4).
En la Biblia, que es la Palabra de Dios, encontramos leyes explícitas tales como los diez mandamientos. (Éxodo 20 1-17).
Y el gran mandamiento. (Mateo 22:34-40). Y no podemos ignorar que toda la biblia nos enseña grandes conocimientos de la voluntad de Dios, estos nos ayudan a actuar de forma correcta ante él y ante los demás, y nos protegen de cometer errores que pueden traernos consecuencias terribles, no solo en nuestro diario vivir, sino por la eternidad.
Más, cuando desobedecemos a Dios ignorando sus mandamientos, lo hacemos guiados por una actitud rebelde, porque la base del pecado se encuentra en la rebeldía contra Dios y sus mandamientos. (Lamentaciones 3:42).
La naturaleza pecaminosa causada por el pecado original, ahora forma parte del impulso natural del ser humano. No nacemos con la culpa del pecado de Adán y Eva, pero sí con una inclinación natural a desobedecer los mandamientos de Dios, cuya desobediencia y pecado nos destituyen de la gloria de Dios. (Romanos 3:23).
Pero Tan pronto el hombre pecó, Dios comenzó a diseñar el plan perfecto para su redención llamada Gracia. La Escritura señala: En Él (Yahshua) tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su gracia. (Efesios 1:7).
Dios vino al mundo en semejanza de hombre para que todos podamos tener la oportunidad de recibir el perdón por nuestros pecados.
El Señor Yahshua estuvo dispuesto a morir en la cruz y llevar nuestras culpas para que a través de su sacrificio podamos obtener perdón, salvación y vida eterna. (Juan 3:16,17; Filipenses 2:7,8 Efesios 4:32;).
El apóstol Pedro señala que fuimos rescatados de nuestra vana manera de vivir (el pecado) con la sangre preciosa de Cristo, como un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de nosotros. (1 Pedro 1: 18-20).
El Señor en la Cruz obtuvo para nosotros perdón de pecados, salvación y vida eterna, sin embargo, necesitamos apropiarnos de ese regalo, solo se necesita tener fe y aceptar la Gracia de Dios y venir al Señor arrepentidos pidiéndole perdón por nuestros pecados y reconociéndolo como nuestro Señor y Salvador de nuestras vidas. El apóstol Pablo declara: Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón.
Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Yahshua es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. (Romanos 10:8-10).
Es la fe en la Gracia de Dios quien nos justifica con el Padre. El apóstol Pablo señala: Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Yahshua el Mesías; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. (Romanos 5: 1,2).
Amado lector: si ya declaraste tu fe al Señor Yahshua y te arrepentiste de tus pecados, y lo aceptaste como tu Señor y Salvador, estás en victoria y tienes gran bendición.
Pero si no lo has hecho, y si dices no tener pecados, te engañas a ti mismo, y la verdad no está en ti. Si confiesas tus pecados, él (Dios) es fiel y justo para perdonar tus pecados, y limpiarte de toda maldad. (1 Juan 1:8-9).
Amado, Dios te ama y no quiere que pierdas tu vida Eterna, porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3:16).
Hoy, el Señor te dice: Venid luego, dice Yahweh, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. (Isaías 1:18). Si decides venir al Señor arrepentido por tus pecados, te invito hagas esta sencilla oración de fe.
Di así: Señor Yahshua, Hijo de Dios Todopoderoso; creo que tú eres el Señor que dio su vida en la cruz por mis pecados.
Hoy confieso que soy un pecador y arrepentido te pido perdón. Creo con todo mi corazón que Dios el Padre te levantó de los muertos, y estás coronado de gloria y honra, sentado a su diestra con todo el poder que te otorga ser el Cordero inmolado. Te recibo en mi corazón como mi Señor y Salvador de mi vida.
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