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Por Sedas
Columna:

Sedas

El pecado inconfesable

2023-07-14 | 08:32 p.m.
El pecado inconfesable
Diario del IstmoDiario del Istmo

¿Cómo está usted?   

       Afectuosamente lo invito a nuestras reuniones Dominicales a las 11.30 o 6.30 en la Iglesia Cristiana Bíblica AGAPE de La Llave 1002 casi esquina con Aldama.

        Lector amable: ¿Sabe cual  es  “el pecado inconfesable”?

        Hace tiempo hice ésta pregunta a mi  Iglesia y la respuesta no se supo. La Biblia nos habla del “Pecado imperdonable” que es la blasfemia contra El Espíritu Santo  (Mateo 12:31-32) pero del pecado inconfesable  casi nadie sabe cual es.

       Se lo digo: ese pecado inconfesable es La Envidia.

       La gente está dispuesta a reconocer que es alcohólica, adúltera, homosexual y hasta asesina pero nunca me ha tocado el caso de que alguien admita que es envidioso.

       La envidia es la cima de una montaña de inferioridad, rencor, complejos, amarguras y traumas que hacen que quien la tiene sea uno de los más infelices seres y no duda en recurrir a acciones viles y de una ruindad tal que no se detiene ante nada ni nadie con tal de dañar o desacreditar a la persona que ha hecho insano blanco de su hiel.

       Nada más doloroso y humillante para el que ver que la persona a quien envidia recibe honores y reconocimientos o que está llena de felicidad y éxito pues de inmediato buscará en la bolsa de veneno que al efecto lleva consigo en su corazón algún argumento para atacarlo, calumniarlo o difamarlo.

       Se cuenta la historia de un hombre célebre en la antigua Grecia que por ser un héroe continuamente recibía honores públicos al grado de que se construyó una estatua en su honor en su ciudad.

Ahí mismo vivía un hombre que lo envidiaba con todas sus fuerzas y fraguó la idea de destruir la estatua pues le era algo imposible de soportar. Para ello se armó de cincel y martillo y cada noche, en secreto, iba a darle golpes hasta que al fin pudo derribarla.

Lo malo fué que cuando por fin logró su objetivo la efigie  le cayó encima matándolo instantáneamente

       El héroe ni se enteró y al rato le construyeron otra estatua y del envidioso ni quien se acordara hubo.

     

  ¿Qué le parece?

       Así es como actúa la serpiente de la envidia: lanza y lanza su veneno y la verdad es que la persona más perjudicada es el mismo envidioso.

      Permítame citarle algunas palabras que Dios dice a éste respecto en La Biblia, que es Su Palabra: “La envidia es carcoma de los huesos”;  “¿Quién podrá permanecer de pie delante de la envidia?”; y  “Toda obra o trabajo excelente produce envidia” (Proverbios 14:30;  27:4 y Ecclesiastés 4:4)

     ¿Cómo la ve?

     No es fácil reconocerlo pero éstas palabras son absolutamente ciertas y describen al envidioso tal y como es aunque no lo acepte. Por algo dice Santiago, el hermano del Señor Jesús, que La Biblia es como un espejo que nos refleja tal como somos.

 Dése cuenta que a los mediocres y fracasados nadie los envidia pero si alguien destaca en algo o hace muy bien su trabajo ya puede dar por seguro que despertará envidias y calumnias.

     La envidia fue la causa por la que los hermanos del Patriarca José lo vendieran como esclavo (Génesis 37:1-11). Nuestro Señor  JESUCRISTO  fue entregado a la muerte por envidia de los sacerdotes de Su época (Marcos 15:10). El mismo Apóstol Santiago dice que muchos arden de envidia (Santiago 4:2).

     Al llegar a ése punto déjeme proponerle algo: ¿Por qué no le saca provecho a la lectura de ésta página?

     Hágalo de la siguiente manera: si es usted envidioso ya sabemos que no lo va a  reconocer pero ¿por  qué no dejamos que quede entre usted y Dios y empieza a rogarle sinceramente que lo libre de ése sentimiento que como  “boomerang”  maligno se regresa contra usted siempre?

     Verá cómo El romperá ésta cadena venenosa que lo ata y se verá por fin libre de ésta pus espiritual que lo atormenta en su alma.

     Pero si no es usted envidioso sino que sufre por la envidia de otros, el Apóstol Pablo dice que no devolvamos mal por mal sino que venzamos con el bien al mal y que si nuestro enemigo tiene hambre y sed le demos de comer y beber. Esto será como si pusiera un carbón encendido en su cabeza  (Romanos 12:9-21).

     Por último: no permita que sentimientos de rencor contra ellos se aniden en su alma, sino tal como nos enseñó nuestro Señor  JESUCRISTO  ore de todo corazón diciendo éstas palabras: “Padre: perdónalos porque no saben lo que hacen “ (Lucas. 23:24) Así sentirá un gran alivio en su corazón y Dios lo bendecirá abundantemente como es mi mejor deseo para usted.

  •     Gustosamente lo atenderé en el 921-268-4419.
  •     Visíteme en Temas Bíblicos Pastor Sedas por Youtube.  


 ¡Que Dios lo bendiga mucho!

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