- Contribuyó al debilitamiento de la estabilidad veracruzana
- Por momentos fue más poderoso que Cuitláhuac
- Una cosa era la teoría y otra la práctica
- AL OÍDO: Ricardo Ahued: El camino hacia una nueva era de estabilidad política en Veracruz
La gobernabilidad, para muchos, es el pilar sobre el cual se construye la estabilidad del Estado.
En México, este concepto cobra una relevancia crucial, pues es la base para el funcionamiento armónico entre los diferentes niveles de gobierno y, sobre todo, para garantizar el bienestar de la ciudadanía.
No se trata únicamente de un marco teórico, sino de una práctica cotidiana que involucra la coordinación efectiva entre los poderes del Estado, los gobiernos estatales y municipales, así como la capacidad de respuesta ante crisis políticas, sociales y económicas.
Uno de los puntos más importantes de la gobernabilidad es su capacidad para asegurar que las instituciones cumplan con su función.
Cuando las instituciones se debilitan o no se coordinan adecuadamente, la incertidumbre crece, se disparan los conflictos sociales y la confianza en el gobierno se ve erosionada.
La gobernabilidad también depende de una efectiva mediación entre los diversos actores sociales y políticos.
La negociación es la herramienta que permite llegar a consensos, desactivar tensiones y evitar que los conflictos escalen a niveles peligrosos.
Por eso, la capacidad de un gobierno para dialogar con la oposición, las organizaciones civiles y la ciudadanía en general es determinante para mantener la paz y el desarrollo en un país.
Esto es lo que dicta el manual y el bien hacer de la gobernación en el país, en los estados y en los municipios.
Sin embargo, todo lo arriba descrito fue de lo que careció Eric Patrocinio Cisneros Burgos durante los casi 5 años en los que estuvo al frente de la Secretaría en Veracruz.
Con Eric Cisneros como secretario de Gobierno, la administración de Cuitláhuac García estuvo marcada por una serie de conflictos que afectaron significativamente la gobernabilidad del estado.
Cisneros, con un estilo confrontativo, fue una figura clave en el gabinete, pero su gestión también se caracterizó por tensiones políticas, acusaciones de corrupción y conflictos internos que debilitaron la estabilidad política.
Uno de los eventos más relevantes fue la remoción del fiscal general Jorge Winckler Ortiz, un proceso que generó fricciones y polarizó a la opinión pública.
La falta de confianza hacia Winckler fue el argumento central -y su vinculación al yunismo-, pero el prolongado conflicto reflejó divisiones profundas entre el Ejecutivo estatal y el Poder Judicial. Asimismo, Cisneros se vio envuelto en otro conflicto con la magistrada Sofía Martínez Huerta, a quien se le acusó de ser presionada y amenazada para alinearse a los intereses del secretario, generando un clima de desconfianza en el manejo de la justicia.
En paralelo, las acusaciones de corrupción y nepotismo contra Cisneros no fueron menores.
Se le señaló de construir una red de influencia al interior del gobierno, colocando a personas cercanas en posiciones estratégicas dentro de la Fiscalía General del Estado y otros organismos autónomos. Para algunos, llegó a ser más fuerte que el mismo gobernador Cuitláhuac García.
Esta dinámica incrementó la percepción de opacidad y control político en áreas clave del gobierno veracruzano.
Además, su promoción personal utilizando recursos públicos para difundir su libro *“La negritud de Veracruz: Del Sotavento al Coyolillo”* provocó críticas y hasta un llamado de atención del presidente López Obrador.
A nivel interno, Cisneros también enfrentó problemas dentro de su propio partido, Morena.
Durante el proceso electoral interno, su caída en las encuestas lo relegó a un perfil bajo, lo que generó fricciones al interior del partido y afectó su imagen pública.
Confrontó abiertamente a Rocío Nahle, quien finalmente resultó gobernadora electa.
Aunque se le acusó de tener vínculos con la delincuencia organizada, estas imputaciones nunca se comprobaron, pero empañaron aún más su gestión.
En cuanto al impacto en la gobernabilidad, el desempeño de Cisneros puede calificarse como mixto.
Si bien logró consolidar una base de poder y apoyo dentro del gobierno, las constantes acusaciones de corrupción, las tensiones con otros poderes del estado y los conflictos internos en Morena minaron la percepción de estabilidad y transparencia de la administración de Cuitláhuac García.
Las fricciones entre el gobierno estatal y los actores locales, junto con la falta de consenso y diálogo, crearon un ambiente político complicado que afectó la gobernabilidad de Veracruz durante su mandato.
La gestión de Eric Cisneros, si bien estuvo marcada -en el discurso- por su defensa del proyecto de la "Cuarta Transformación" en Veracruz, en los hechos estaba lejos, pero muy lejos, de los preceptos básicos de esta doctrina. De ahí que la estela de divisiones políticas y sociales que generó a su paso por Veracruz dejó huella en la limitada estabilidad de gobernabilidad en el estado.
La designación de Ricardo Ahued como secretario de Gobernación en la próxima administración estatal, donde estará al frente Rocío Nahle, abre una puerta muy diferente al camino de la estabilidad política y social en relación al trabajo de Eric Cisneros.
Ricardo Ahued Bardahuil es percibido en el escenario político como un político pragmático, con una imagen de honestidad y compromiso que le ha permitido ganar simpatías entre diversos sectores.
A diferencia de otros actores políticos, Ahued ha mantenido un perfil más conciliador y menos polarizante, lo que le ha ayudado a consolidarse como una figura confiable, tanto en su paso por la administración pública como en su rol como senador.
Su reputación de trabajar con transparencia y su enfoque en la eficiencia administrativa lo han destacado como alguien que privilegia el bienestar ciudadano por encima de los intereses partidistas.
Sin embargo, algunos críticos perciben que esta cercanía y su habilidad para mantener alianzas podrían estar asociadas a una política de conveniencia, lo que podría interpretarse como un manejo calculado de sus relaciones para avanzar en su carrera política.
A pesar de esto, su imagen pública sigue siendo mayormente positiva, y muchos lo consideran un político accesible. Su designación fue, para muchos, un punto a favor de Rocío Nahle.
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