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Por Gladys de L. Pérez Maldonado
Columna:

Alguien como tú: La violencia no es naranja

Alguien como tú

2024-11-27 | 05:35 a.m.
Alguien como tú: La violencia no es naranja
Diario del IstmoDiario del Istmo

El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se conmemora anualmente el 25 de noviembre para denunciar la violencia que se ejerce sobre las mujeres y niñas y reclamar políticas a nivel mundial para su erradicación.

¿Qué siente una mujer o niña violentada? .

La violencia contra las mujeres y las niñas es un problema social que se presenta en el ámbito doméstico como en el público, en diversas vertientes: psicológica, física, sexual, económica, cultural. ¿Quién no ha sabido de alguna mujer golpeada a manos de su pareja sentimental, de mujeres obligadas a tener relaciones sexuales o violadas o víctimas de acoso, de mujeres sometidas a la mutilación genital, con la finalidad de dejarlas insensibles al acto sexual? ¿Quién no ha sabido de mujeres minimizadas a cosas por los hombres, que les hacen creer que no sirven para nada y hasta como castigo les dejan de dirigir la palabra temporalmente?.

La violencia no tiene raza, edad, religión, cultura, etnia, ni grupos específicos de mujeres en la sociedad, afecta a las féminas desde el nacimiento hasta a las mujeres de edad avanzada.

La violencia de género la ejerce el hombre sobre la mujer, destruyendo de antemano su dignidad, la autoestima, seguridad y credibilidad en sí misma, que en la mayoría de las ocasiones la lleva a caer en una terrible depresión emocional, con un sentimiento intenso de pena, tristeza o lástima de sí misma, creando una dependencia física y emocional del agresor. La violencia contra las mujeres y las niñas: DUELE.

Una mujer o niña violentada no tiene alicientes o proyectos de vida, ellas solo viven de manera automática, porque su cuerpo ha decidido seguir respirando y latiendo el corazón, los ojos de ellas se ven secos, sin brillo, no tienen interés de observar las maravillas de la naturaleza que les rodea, esbozan una sonrisa a medias para no desairar a los demás, tratando de ocultar su dolor, intentando mandar un mensaje de todo está bien, esbozando un suspiro a medias.

Este tipo de mujer la podemos encontrar en cualquier lado, sin importar edad, clase social, preparación escolar, esta mujer, puedes ser tú o puede ser alguien de tu familia o alguna amistad muy querida y lo peor, nos quedamos calladas y callados con ese dolor, no denunciamos, somos indiferentes y nos volvemos cómplices del agresor, convalidamos la violencia como un acto natural que la mujer debe resistir y sentir con sumisión, dejando pasar la existencia, hasta el momento que tengamos que denunciar una agresión física que lleve a la mujer al hospital o la comisión de un feminicidio.

Cada día 25 de mes, se le ha llamado El día naranja, con la intención de sensibilizar a la sociedad en relación al problema de la violencia contra la mujer, ese día las que queremos nos ponemos un listón naranja en la solapa, vestimos de color naranja y en redes sociales hacemos alusión a la violencia y se comentan formas de erradicarla.

Hoy sostenemos: ¡La violencia no es naranja! No podemos identificar a la violencia contra las mujeres y las niñas con el color naranja, que además dicho sea de paso, es un color que a nuestra manera de apreciar transmite alegría y tranquilidad, no podemos seguir con una campaña cromática.

Como le hemos sostenido en este texto, la violencia duele, la mujer sufre, la mujer se suicida por ser violentada, a las mujeres nos mata en vida esa violencia, la violencia asesina a las mujeres y a todo esto, si quisiéramos ponerle color, podría ser blanco y negro, pues de esa manera una mujer o niña violentada visualizan su existencia.

La violencia de género es el resultado del mandato de la masculinidad que exige demostrar superioridad del hombre sobre la mujer, empecemos a construir una sociedad libre de violencia desde nuestra familia, con todas las niñas y los niños que estén en nuestra proximidad. Los adultos mujeres y hombres fijémonos como meta dejar a un lado los estereotipos de conducta que aprendimos y seamos ejemplo de cambio.

            Infundamos el amor propio y el sentido de dignidad a nuestras hijas, hermanas y mujeres cercanas, para que entiendan y aprendan que nadie tiene el derecho de molestarlas en su persona violentándolas con golpes, palabras o actitudes; eseñémosles que el amor de pareja no se demuestra resistiendo golpes y agresiones y que un acto violento por pequeño que sea es un atentado en contra de la dignidad y el amor propio.

No permitas que una mujer de tu familia o tú misma entren a la estadística de mujeres violentadas diariamente  o de la numeralia de las 11 mujeres muertas a manos de un feminicida.

La violencia contra la mujer se combate desde la educación familiar, se enseña y se aprende con el ejemplo, ninguna utilidad tienen las políticas públicas encaminadas para erradicar la violencia de género o las reformas Constitucionales tendientes a reforzar la igual sustantiva entre los géneros, si la mentalidad de la sociedad continúa siendo estereotipada y sumisa ante el género masculino...


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