Con una mirada llena de recuerdos y nostalgia, Tomas Machucho Velasco, recordó como la separación de sus padres y la necesidad, lo llevó a trabajar como sepulturero en el Panteón Antiguo, un trabajo que logró conseguir cuando tenía solo 10 años.
“Yo empecé en el panteón antiguo en el año 1972, cuando tenía yo 10 años, y solo era sepultar, excavar, y empecé a trabajar porque mis padres se separaron, yo tenía que buscar cómo ayudar a mi mamá con algunos gastos, porque uno tenía necesidad.”, relató.
Recordó que, en sus inicios, su única función era excavar los huecos con una profundidad considerable, para posteriormente depositar ahí los cadáveres.
Asimismo, señaló que, en ese tiempo, ganaba por enterrar cuerpos de 100 a 300 pesos en un solo día, aunque en aquellos años eran miles y siempre había trabajo.
Recuerda claramente que, en el año 1984, conoció al médico legista el doctor Sánchez Román quien sería su maestro, ya que le dio la oportunidad de trabajar embalsamando, y lo nutrió de conocimientos de manera empírica.
Con el paso de los años comenzaron a buscarlo médicos y peritos, para que los apoyara; y es por esta, razón que decidió aprender a embalsamar, con la técnica del Instituto de Medicina Forense del Estado de Veracruz.
“Ellos los médicos legistas o peritos, tenían la necesidad de una persona que los apoyara sin compromiso de salario, yo trabaje en los panteones sepultando con ellos, y que realizaban las autopsias, como les llaman”, recordó.
A sus 62 años, su memoria fotográfica, como Tomás Machucho se refiere, recuerda que entre los muchos trabajos que realizó al inició de su trayectoria fue embalsamar cuerpos de personas extranjeras que por alguna razón murieron en esta ciudad.
“Por ejemplo yo embalsamé cuerpos de extranjeros que se fueron a Rusia, España, Francia, la India y Grecia, empecé con los médicos en 1986, ya para hacer los embalsamientos.
A los cuerpos se les inyectaba los líquidos o sustancias para frenar o detener temporalmente su descomposición y pudieran llegar pues bien hasta donde era su destino con su familia”, indicó
Durante estos años reconoció que los peritos criminalistas eran los encargados de hacer las investigaciones de las lesiones que presentaban los cuerpos, y el médico legista era quien determinaba la causa de la muerte.
Mientras que él cumplía con su función, que era apoyar a los médicos y peritos a manipular los cuerpos, siempre con profesionalismo y respeto, ya que lo que hacían era un trabajo.
Durante todos estos años Machucho Velasco, reconoció que nunca tuvo un salario fijo y que descansar casi era imposible, ya que mientras todos los médicos legistas y peritos, salían de guardia, él se quedaba a trabajar jornadas de hasta 48 por horas.
Sin embargo, recordó que fue en el año 2015, que dejó de colaborar en el anfiteatro donde estuvo por varios años de manera fija, ya que era quien sepultaba a los fallecidos, después que la funeraria le prestara el servicio.
“Yo estaba ahí para ayudarles y para sepultar a los muertos, desconocidos, los ministerios públicos, me daban algo simbólico y ya yo los sepultaba.
Estuve sin salario, sin ninguna prestación, ni nada, yo siempre fui libre, yo estaba ahí y los apoyaba, los fiscales como dicen ahorita sabían de mí, me conocían, aunque ahorita me desconozcan”, señaló.
Entre lágrimas y con un nudo en la garganta, reconoció que el mayor sacrificio de haber trabajado durante todos estos años como sepulturero, es no haber pasado más tiempo con su esposa e hijos.
“Si fue un sacrificio, tiene uno que dejar a su familia, sacrificar y si se gana, pero no está uno con la familia, mis hijos yo no pude convivir con ellos, yo trabajaba dos, tres días continuos, y no pude estar con ellos en muchas cosas”, reveló.
Desde hace 32 años, unió su vida junto a la señora Joaquina Mendoza con quien procreó cuatro hijos y estos le han dado la fortuna de regalarle ocho nietos, con los que ahora trata de pasar el mayor tiempo posible.
“Ahorita mis nietos, son los que me reconfortan, me ayudan convive conmigo, y me ayuda mi nieto el mayor a cortar leña, también mi nieta más chiquita, por que los otros pues no están aquí, pero hay amor para los ocho”, afirmó.
En ese sentido, lamentó no haberse preparado para que en un futuro tal vez a través de algún trabajo fijo, pudiera obtener una pensión y sobrellevar sus gastos al llegar a la tercera edad.
Actualmente, se dedica a vender plátanos y camotes asados en un triciclo en calles de la colonia Teresa Morales, y sus alrededores, para poder el
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