El abandono de adultos mayores es una crisis que se vive de manera permanente en el país, de acuerdo al el Consejo Nacional de Población (Conapo), en México existen alrededor de 13 millones de abuelitos que se encuentran en ésta situación.
Julio García de la Cruz de 68 años de edad forma parte de las estadísticas de los abuelitos que han sido olvidados por sus familiares en un asilo de ancianos en Coatzacoalcos, pese a que cuenta con dos hijos, dejó de verlos desde hace 25 años.
Postrado en silla de ruedas tras sufrir parálisis en la mitad de su cuerpo, los recuerdos invaden su memoria y los momentos agradables que pasó junto a su familia, pero nunca se imaginó que los últimos días de su vida los pasaría en una casa hogar.
“Mis hijos estaban puestos para ayudarme, yo la verdad no quise, no quiero depender de ellos, no saben si vivo o no, no saben dónde estoy y no me interesa tampoco que sepan de mí, no me interesa que me vean, ¿Por qué yo que les puedo dar?”, declaró.
Originario del municipio de Jesús Carranza, el boom petrolero llevó a sus padres a vender sus propiedades y emigrar hacia Coatzacoalcos, Veracruz, en donde a su corta edad se desempeño como ayudante de albañilería.
“El oficio de mi papá era de maestro albañil, entonces sus amigos le avisaron que en Coatzacoalcos estaba progresando apenas, que había mucho de trabajo de albañilería y habló mi papá como mi mamá para vender lo poquito que teníamos y nos venimos para acá”, recordó.
Nunca se casó, pero conoció a una mujer de origen Guatemalteco con la que procreo dos hijos, sin embargo, las carencias lo orilló a buscar otros horizontes y su mujer decidió regresar a su país de origen.
“Ellos están bien gracias a dios (su familia), porque sus abuelos están bien económicamente, son dueños de fincas de cafetales, en el 88 estuve con ellos, mi señora no era mexicana, era de Guatemala”, narró.
El Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM alertó que el 20% de los adultos mayores vive en el olvido de sus propias familias y del gobierno.
Don Julio vivió por muchos años deambulando por las calles, hasta que fue rescatado por el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), quien lo llevó a un asilo en donde le brindan todos los cuidados.
Algunos de los abuelitos que han sido abandonados en asilos o rescatados de las calles para terminar en ese lugar, experimentan soledad, depresión, incluso las ganas de suicidarse.
Varios abuelitos relatan que llegaron al asilo porque sus hijos los llevaron sin preguntar o con la promesa de ir a verlos, mientras otros aseguran que decidieron ir por su propia cuenta para no sentirse un ‘estorbo’.
“Los adultos mayores viven un proceso emocional, principalmente podríamos llamarlo como un proceso de duelo, porque hay un cambio en su vida, cuando ellos dejan el hogar, la familia, el hospital, la calle, situaciones diversas y se va a vivir a un asilo, es también un proceso de duelo”, explicó.
La especialista apuntó que existen abuelitos que aunque viven con sus familiares se sienten solos, al ser excluidos o alejados de las relaciones, sin que nadie les pregunte cómo se sienten emocionalmente.
“Hay familias que debido a la cotidianidad, sus actividades y responsabilidades, sin querer los aíslan o lo dejan de incluir en las relaciones familiares o en los acontecimientos familiares, entonces ellos de manera individual viven un proceso de duelo digamos silencioso, porque viven emociones y nadie hay que les pregunte”, detalló.
En Coatzacoalcos solo queda uno de los tres asilos de ancianos que existía en la ciudad, la Casa Hogar para los Adultos Mayores Irsharai está ubicado en la colonia Peloteros, donde habitan un total de 11 abuelitos, en su mayoría con demencia senil.
Actualmente este lugar presta carencias, pues no cuentan con alimentos para darle de comer a los ancianitos que se encuentran en este sitio, por lo que pidieron a la población apoyarlos con productos de la canasta básica.
“Lo único que pido, es que nos ayuden un poco porque la verdad no tenemos leche, no tenemos avena, de eso si estamos un poquito escaso, no tenemos, es la verdad”, declaró Luisa de la Rosa una de las encargadas.
Algunos están resignados a estar ahí, otros aseguran que sólo esperan la muerte, pues la soledad, la depresión y sus ganas de vivir se han ido desde el momento en que se vieron sin el cariño de sus seres queridos.
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