Tendemos a recordar más fácilmente todo lo negativo que nos pasa. Esto ocurre porque nuestro cerebro está condicionado para reaccionar a las amenazas y encontrar protección.
Pero existen muchas formas en las que puedes poner en perspectiva tu día y no sentir que todo ha salido mal y que el mundo está en tu contra.
Saca tiempo para reflexionar y pensar en tres cosas por las que quieras dar gracias. No tienen que ser eventos extraordinarios, pueden ser cosas muy sencillas o cotidianas. Siempre hay algo que agradecer.
Si las escribes (o las dibujas) mejor aún. Ve apuntando también cómo te sientes cada vez que haces ese pequeño inventario, y date cuenta de cómo tan solo unos minutos de agradecimiento transforman todo tu día y cómo te sientes ante el mundo.
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