¡Controla a ese Hulk porque después puede ser tarde! Enojarse ante una situación o persona es parte de la naturaleza humana, nadie exenta de jalarse los cabellos. Sin embargo, hay personas que explotan por cosas insignificantes o de poca trascendencia.
Te decimos cómo gestionar un ataque de enojo, pues es a través de esta descontrolada emoción que ocurren momentos de violencia.
Identifica el momento. Estás discutiendo con alguien y de súbito te late el corazón con prisa, sudas, tiemblas, te acaloras. Síntomas, entre otros, de que la ira está a punto de surgir. Reconoce, regrésate y contrólate; respira hondo 5 veces. La respiración posee el maravilloso poder de cambiar rápidamente el estado de ánimo. Jala suave y profundamente. Focaliza en que todo es pasajero, la calma te llegará.
Detonantes. ¿Duermes poco, te alimentas mal, no tienes trabajo, problemas con la familia, muchos pendientes, baja tolerancia a la frustración? También es preciso que ubiques las fuentes (tensión reprimida, una onda expansiva encerrada en una olla exprés) para enseguida desactivarlos o minimizarlos. Estar ensimismados en la rutina, y menos en actividades placenteras, genera la carga suficiente para estallar por cualquier tema.
Da rienda suelta a tu ira. Lee, pasea, habla de tus sentimientos con tu familia, canta, escucha música, haz ejercicio, ve al parque o incluso golpea un costal. Válvulas de escape que liberan ese gas emocional tóxico.
¿Estás furioso o furiosa otra vez, sientes que no puedes controlarte y que tal situación interfiere y daña varias esferas de tu vida? ¿Has dicho cosas de las cuales hoy te arrepientes? Hay terapia para gestionar y manejar estos ataques, acude a ellas cuando no puedas por ti mismo.
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