Moloacán | 2022-06-01 | Jairo Torres
Hace 6 años la vida de Javier Lara Navarro, un habitante de Villa Cuichapa, dio un giro de 180 grados al sufrir un grave accidente vial, cuando se dirigía a su centro de trabajo, sin embargo, ha sido su tenacidad, fortaleza y ganas de seguir adelante que pese a todo pronóstico sigue de pie.
Cómo todos los días, abordo de la motocicleta que había comprado su padre, se dirigía a trabajar sin imaginar que aquel 27 de octubre del 2016 el destino le tenía preparado algo distinto a lo que él planeaba para su vida.
Evitar a un automovilista que se desplazaba a exceso de velocidad en la autopista Cosoleacaque-Nuevo Teapa, en el km 4.5 le ocasionó que en un descuido impactara contra un rin que días antes habían abandonado tras haberse presentado un accidente vial en el que se vio involucrado un tráiler.
Al caer de forma violenta en el asfalto, sufrió un fuerte golpe en el lado derecho de la cabeza que le provocó traumatismo craneoencefálico, además de una fractura en el hombro del mismo lado.
Fue una persona de nombre Santiago Solís quien avisó a los paramédicos de CAPUFE, quienes lo trasladaron a un hospital en la ciudad de Minatitlán, en dónde fue inducido a coma sin que existieran esperanzas que pudiera recuperarse. Fue la esposa de la misma persona que lo auxilió, quien se encargó de dar la fuerte noticia a sus padres.
Javier pasó 2 meses en coma, ahí le practicaron una craneotomía, con la intensión que su cerebro no es impactara contra el cráneo y le provocara la muerte.
El pronóstico no era alentador, ya que Los médicos le informaron que “hiciera lo que hiciera jamás se levantaría” de la silla de ruedas, pero al igual que como ocurrió al despertar del coma, demostró su valor y consiguió ponerse de pie luego de un año, aunque el daño cerebral le ocasionó que perdió la movilidad del brazo y pie izquierdo.
Durante el tiempo que se mantuvo en la silla de ruedas, nació en él, el interés por generar un ingreso, por lo que decidió iniciar la venta de helados o hielitos como en otros lados se le conoce, en compañía de quien en ese momento era su esposa.
Desde los 17 años fue bautizado en la iglesia Adventista del Séptimo Día, por lo que su mamá en 2018 lo llevó a un taller de elaboración de budín, lo cual aprendería, y apoyado con una muleta, comenzó a recorrer las calles para venderlo.
Posteriormente en 2020 adquirió un triciclo con el que comenzó la venta de quesos, carne de chinameca, longaniza, entre otros productos, sin embargo, por su condición le resultaba difícil moverse en las diferentes calles al tener que empujarlo, en esos momentos fue ahí donde conoció la bondad de muchos al brindarle ayuda.
Para facilitar su trabajo, con mucho esfuerzo adquirió una motoneta, con la que redujo el esfuerzo físico en sus recorridos, para comprarla recibió la ayuda de una amiga quien lo apoyó en todo el trámite. A esta le soldó la parte frontal del triciclo a un costado, sin embargo, recientemente sufrió un nuevo accidente en el que por fortuna no salió lesionado, pero si dañada su herramienta de trabajo por una camioneta, daños por los que a la fecha el conductor no se hace responsable.
Ante su difícil situación, Javier lloró amargamente en uno de sus recorridos, debido a la impotencia, frustración y enojo, pero a la fecha por ser creyente de Dios se ha mantenido firme y con la intensión de seguir en la lucha diaria.
Actualmente vive en una modesta casa situada en la colonia Ejidal de Villa Cuichapa, su mayor anhelo es poder obtener un empleo, sin embargo, por su condición las empresas le han negado la oportunidad de siquiera ponerlo a prueba, y es que dijo es Ing. Químico y Técnico Superior en Química Industrial.
Javier es padre de un niño que está por cumplir 5 años, por quien dijo sigue en la lucha diaria, pese a todos los retos que se eso implica, por lo que expresó estar agradecido con Dios, y todas aquellas personas como sus padres que en todo momento lo han ayudado.