Fidel y Yunes, los más populares en infierno del narco: Lemus

Ciudad de México | 2020-11-05 | Luis Ferrer

Dos ex gobernadores de Veracruz figuran entre los más 'populares’ para los capos presos


Dos ex gobernadores de Veracruz figuran entre los más 'populares’ para los capos presos en cárceles de alta seguridad, los ‘infiernos’ del narco, por su relación con organizaciones criminales: Fidel Herrera Beltrán y Miguel Ángel Yunes Linares, reveló a Imagen del Golfo J. Jesús Lemus, escritor y especialista en temas de seguridad, ambientales y narcotráfico. 

Desde su paso por el gobierno de Vicente Fox, Yunes Linares afianzó sus contactos con el crimen organizado y consolidó su poder político en Boca del Río, según platicaron operadores del Cártel del Golfo tras las rejas.  

De acuerdo con los testimonios de los reos, los dos ex gobernadores emanados del PRI y el PAN pusieron alfombra roja al narco en Veracruz. Incluso pactaron con el mismo grupo criminal, durante la administración del ex gobernador de Guanajuato


Lemus fue tratado como reo de alta peligrosidad. Recibió cotidianamente golpes y tratos inhumanos en sus primeros meses. Todos los días, durante los primeros seis meses de estancia en Puente Grande, lo sacaban de la celda en la que lo tenían recluido, totalmente desnudo, lo llevaban al patio, lo bañaban con un chorro de agua a presión, lo hacían rodar dos, tres veces por el patio, que era una cancha de basquetbol y después lo golpeaban con toletes en la espalda y lo dejaban “medio muerto”.  

En su libro sobre su etapa como preso político de Felipe Calderón en el 'infierno de los narcos, J. Jesús Lemus no olvidó a la psicóloga que lo presionaba para que se suicidara en la cárcel de alta seguridad: "Sus palabras me fueron aniquilando la voluntad de vivir. Como consecuencia de la forma en que me la estaban escupiendo, durante varios días estuve valorando la posibilidad de matarme. En mis posteriores consultas reconocí que me faltaba valor para hacerlo. En cada una de las terapias programadas la psicóloga no dejaba de alentarme; hasta modificó su actitud: me ofreció la posibilidad de que yo escribiera el mensaje para mi familia. Para ello me entregó a escondidas de las cámaras una punta de grafito con el fin de que escribiera el mensaje en una pared de la celda. No se lo dije, pero decidí no matarme y opté por darle un mejor uso: comencé a escribir los diálogos que sostenía con algunos de los presos más reconocidos en aquel sector de la prisión. En ese momento sembré la semilla de lo que sería mi libro Los malditos..."

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