Panamá | 2024-04-04
El Canal de Panamá ha marcado la historia, la economía, el carácter y la cultura de este país desde su construcción. Esta ruta marítima sigue siendo objeto de admiración y destaca entre las siete maravillas de la ingeniería civil moderna al lado del Golden Gate y la Torre Eiffel. Sus 80 kilómetros que vinculan los dos mayores océanos, fueron un atajo clave para el comercio internacional, además de que se han convertido en un reclamo turístico de primer orden. Existen varios modos de conocerlo, los cuales se complementan entre sí.
Se encuentran a 12 kilómetros del corazón de la capital y cuentan con un centro de visitantes. Asimismo, contienen una sala IMAX 3D donde se proyecta un documental narrado por Morgan Freeman y con subtítulos en español. Entre algunas curiosidades, se encuentra la de las compuertas flotantes de las esclusas están basadas en una invención de Leonardo da Vinci. La visita también comprende una visita a un museo.
Luego de que a finales del siglo XLIX los franceses encabezados por Ferdinand de Lesseps fracasaron en su intento de construir un canal a nivel, los estadunidenses a su vez, apostaron por un sistema de esclusas. Por este motivo fue necesario crear un lago. Se construyó una presa para retener las impetuosas aguas del río Chagres y así se inundó una superficie de 436 kilómetros cuadrados. En el fondo reposan el día de hoy los restos de una veintena de pueblos.
El caso de extremo a extremo del canal, el cual cuenta con cinco conjuntos de esclusas: Pedro Miguel, Agua Clara, Miraflores, Gatún y Cocolí, suele demorar ocho horas. Se trata de una operación tan delicada que es ejecutada bajo las órdenes de prácticos especializados a los que los capitanes ceden el control de sus naves. Les asisten remolcadores y, al entrar en las esclusas, unos trenes eléctricos de arrastre que se desplazan sobre rieles. Se les conoce popularmente como ´mulas´, en recuerdo de los animales que surcaban las embarcaciones durante la época colonial.
Antes que el canal, existió el tren. A mediados del siglo XIX se culminó a toda prisa una vía férrea interoceánica, ante la premura de los buscadores de oro: el descubrimiento del preciado metal en la Baja California atraía a aventureros de todo el planeta. Miles de personas que no se encontraban dispuestas a perder tiempo pasando por EU de este a oeste (con los riesgos que implicaba el viaje). Para ellos se aceleró la edificación, por medio de selvas y pantanos, de una línea entre las ciudades de Aspinwall –hoy Colón– y Panamá.
Localizado en la plaza de la Independencia de Ciudad de Panamá, en el mismo inmueble donde los franceses dirigieron la construcción del canal, este museo ofrece una vasta información sobre la historia de la infraestructura. Entre otros datos, destaca que los españoles fueron el segundo grupo con más presencia en las obras tras los barbadenses. La mayoría eran gallegos. Muchos de ellos provenían de Cuba, donde emigraron antes de la guerra hispano-estadunidense.