Réquiem a don Arturo Lona Reyes

Veracruz | 2020-11-03 | Raúl López Gómez

Luto en México en el pueblo católico, la obra cristiana fundamentalmente de apego de don Arturo Lona, a la palabra de Jesús de Nazaret, en la mayor parte de su larga vida al servicio de Dios y de los pobres en una amplia región de Oaxaca.

Fue un hombre muy fuerte, vigoroso, moreno, de humildad franciscana, don Arturo Lona Reyes, como obispo emérito de Tehuantepec, nunca dejó de trabajar por los pobres, “los pobres se evangelizan”.

Creó más de quince bachilleratos y una universidad en la región istmeña de Oaxaca, impulsando una lucha por los pobres en contra de los grupos de poderes caciquiles en la región.

Entregó su alma al Creador, en la víspera del cumpleaños número 94, de una vida larga y fructífera para las causas cristianas, luego de una intensa obra franciscana profunda y de resultados en el Istmo de Tehuantepec.

Iniciador de la Teología de la Liberación en lo setentas, junto a don Samuel Ruiz obispo de San Cristóbal de las Casas y del arzobispo de Antequera, Oaxaca, don Bartolomé Carrasco Briseño, desde esa época aportó como una propuesta a la iglesia universal, y de apego a todos los dogmas cristianos de ir a los pobres y llevar a todos, la palabra de los evangelios, pero también en la pobreza ayudaba a la gente a convertirse y a ser parte de los sacramentos con una solidaridad inaudita.

Sufrió once atentados, que no pudieron quitarle la vida y que recibió varias emboscadas con armas de alto poder de los personajes que se negaban a su lucha por los pobres en defensa de migrantes, del medio ambiente, y toda la explotación a la que se sometía a la población indígena, principalmente.

A finales de los años setentas, llegaron a Tehuantepec, un grupo de jóvenes de Veracruz de las Jornadas de Vida Cristiana, invitados por el padre Silvino y el obispo Arturo Lona, había sino nombrado obispo en 1971 por el Papa Paulo VI.

Toño Remes, Héctor Hernández Cruz, Francisco Pastor Medina León, Jorge Reyes y el que esto escribe- llegaban para ofrecer y compartir la primera jornada de vida cristiana ante un promedio de quinientos jóvenes albergados en el Colegio Motolinía de Tehuantepec.

Eran esos tiempos difíciles de los grupos juveniles radicales que imperaban en la zona, con los que se dialogó ampliamente, impregnados por una lucha social de defensa de la vida, la integridad de sus familias y de la dignidad cristiana, se les vio al inicio resistentes a convivir con los jóvenes veracruzanos de aquella época en tierras istmeñas.

Fluía el zapoteco, la música de las canciones tradicionales la llorona, el feo, la sandunga y se escuchaba en el pueblo aquella música tradicional de banda desde las casas con la bocina a todo volumen.

Se aprendió a conocer una tierra de costumbres ancestrales en donde se conjunta la fiesta a la que se llama “Vela” en las mayordomías con el festejo a los santos en las parroquias, y se hacen con la participación del pueblo, de toda la gente que acude a la iglesia, pero la celebración es abundante y se puede extender hasta en más siete días con la presencia de mucha bebida y mucha comida.

Todos esos conceptos de los pueblos originarios, eran parte de una época difícil en donde a los jóvenes se les perseguía de todas partes, desde el gobierno y los grupos caciquiles.

Por eso, el obispo Arturo Lona, se convirtió en un padre protector de los derechos humanos y libertador de los jóvenes en el Istmo de Tehuantepec, y sembró la semilla cristiana, pero también el trabajo honesto, mediante el estudio, las empresas de producción comunitarias y el avance de toda una región como nunca antes se había visto en el país.

Entre los mensajes por fallecimiento, el del presidente AMLO, el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, y de la iglesia católica universal, a un hombre que llevó toda una vida de santidad y sirvió a Dios, hasta el último día de su vida. QEPD.

Grandes recuerdos a grandes ejemplos cristianos, seguramente pronto estará don Arturo Lona a Reyes en los altares, como un Siervo de Dios. Así sea. Así las cosas.