Fidel

Veracruz | 2020-04-13 | Raymundo Jiménez

La tarde de este sábado corrió como reguero de pólvora el rumor de que el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán había fallecido. Fue hasta después de las 7 de la noche que la familia, a través de las redes sociales, desmintió la versión. Su esposa, doña Rosa Borunda, escribió en Twitter que “poco ayuda en estos momentos levantar falsos! Mi esposo Fidel Herrera está hospitalizado y en franca recuperación! Mil gracias por su preocupación!”. Y su hijo Javier Herrera Borunda tuiteó que “nuevamente agradezco la preocupación que han mostrado por la salud de mi padre, les reitero que él está en franca recuperación. Falso cualquier otro rumor.”


Sin embargo, esta falaz noticia debió reanimar al decaído ex mandatario priista ya que pudo pulsar la popularidad que todavía mantiene entre los veracruzanos a más de nueve años de haber entregado el poder, pues no sólo menudearon los mensajes deseándole que mejorara su salud sino que además hubo quienes se atrevieron a considerarlo “el mejor gobernador de Veracruz”.


Y es que además de ex colaboradores y amigos, entre los usuarios de las redes sociales hubo también personas agradecidas con Herrera Beltrán porque en su administración recibieron favores personales o apoyos institucionales.


Corresponderá al juicio de la historia situarlo en el lugar que realmente merezca, pero llama la atención que pese a la intensa y sistemática campaña de desprestigio que dirigió en su contra el ex gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, su archienemigo, el político cuenqueño siga siendo bien recordado, en general, por sus ex gobernados, pese a que no hizo tantas ni grandes obras sociales y de infraestructura rural y urbana como sus antecesores Agustín Acosta Lagunes o Dante Delgado Rannauro, ni apaciguó al estado desarticulando a bandas criminales y cacicazgos como lo hizo don Fernando Gutiérrez Barrios en los dos años de su fugaz gubernatura. 


Pero lo que sí le funcionó a Fidel, innegablemente, fue su cercanía con la gente y su estilo populista de gobernar recibiendo siempre las peticiones y solicitudes de todo mundo aunque finalmente no las pudiera cumplir. A líderes campesinos o de colonos llegó a firmarles hasta boletos de transporte urbano con instrucciones para los secretarios de despacho, los cuales debían distinguir cuál era la firma verdadera para determinar si le daban seguimiento o no al trámite burocrático demandado.


Quizá, el único lugar en la historia veracruzana que Herrera Beltrán tendría asegurado desde ahora sería por su habilidad y astucia políticas de ser el único gobernador que logró imponer por la vía electoral a su sucesor –Dante Delgado, por ejemplo, fue designado sustituto directamente por el Congreso local–, lo que ninguno de los que le antecedieron o sucedieron pudo conseguir teniendo en contra, además, a un opositor en la Presidencia de la República como Felipe Calderón: ni  Miguel Alemán Velasco pudo hacerlo con Tomás Ruiz o Mauro Loyo; ni Javier Duarte con Alberto Silva, y, por supuesto, menos Miguel Ángel Yunes Linares con su junior.