Esperanzas y colores en los muros de Bucareli

Veracruz | 2020-09-30 | César Daniel González Madruga “el siervo”


Una de las máximas expresiones artísticas y culturales en nuestro país a lo largo de su historia es el muralismo. Los murales están plasmados desde hace milenios en las pirámides y zonas arqueológicas en prácticamente todo el país hasta las grandes expresiones del muralismo mexicano, tal es el caso de David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, José Clemente Orozco, Aurora Reyes, entre otros. En ellos se plasman las crónicas, técnicas, colores, vivencias, historia, así como las luchas, sueños, demandas, anhelos y sentimientos de los pueblos.

 

Sin ellos nos perderíamos de un gran legado del conocimiento para la comprensión de la historia y estaríamos condenados a borrar de nuestra identidad una tradición ancestral y viva. Durante las últimas tres décadas el muralismo en México batalló por sobrevivir frente a un arte comercial estandarizado a nivel internacional que fue desplazando gran parte de las expresiones locales.

 

Esta lucha a contracorriente ha tenido importantes exponentes y particularmente me voy a referir a Ariosto Otero. Ariosto es un amigo a quien conozco hace poco más de diez años, he tenido el privilegio de acompañarlo y ser testigo de muchos procesos en los cuales ha dejado constancia de su misión de vida para la preservación de la tradición muralística de México, así como la de transmitir de forma sublime el espíritu de la sociedad contemporánea.

 

Sus murales están plasmados en varios países, municipios, mercados, metros y recintos históricos como el Tribunal de Justicia Fiscal y Administrativa, la Lotería Nacional o el palacio de gobierno de la ciudad de México, lo que lo convierte en uno de los cuatro muralistas que han plasmado su arte en los murales de los edificios que rodean el Zócalo, y el único que aún podemos disfrutar en vida.

 

También ha realizado murales con la participación de los espectadores que se ven inmersos en su obra como el gran mural escultórico del maíz que se realizó durante tres meses en el Zócalo capitalino con la participación de miles de personas. Ariosto ha logrado consolidándose sin lugar a dudas como uno de los más grandes de la historia del muralismo en México.

 

Actualmente trabaja en el gran mural de Bucareli en la secretaría de gobernación que encabeza Olga Sánchez Cordero, quien atinadamente tuvo a bien invitar a Ariosto a realizar esta obra. Muros de cerca de once metros, para lo que Ariosto construye enormes andamios de los cuales sube y baja durante todo el día y a sus 79 años impacta a todos los jóvenes que pueden ser testigos de cómo el espíritu artístico de Ariosto lo mantiene vigoroso y entregado a su misión de vida como un Miguel Ángel mexicano.

 

En ellos plasma el pasado, el presente, y denuncia o anhela lo que pudiera suceder en el futuro. Y este mural no pudiera resultar más atinente, ahora que la tendencia al alza de la valoración (al menos de los turistas) del arte es aquello que hable de la biocultura e historia de las naciones. Con su arte ya ha preparado a muchas generaciones y sus murales se abren paso para ser parte de la historia viva de México. Hago votos para que tanto la labor de Ariosto como la de muchos otros muralistas de México puedan alcanzar un nuevo esplendor que ayude a sacudir las conciencias del pueblo mexicano y de fe de las luchas de hoy.

 

César Daniel González Madruga “el siervo”

@CesarG_Madruga