En memoria de José López Portillo

Veracruz | 2021-04-06 | Rodolfo Reus

Año 1982: Era una época en que no había redes sociales e Internet, nos enterábamos de lo que sucedía meses o años después, o quizás nunca, pero esto sucedió y así fue: Señor Presidente, tenemos que bajar el precio del petróleo urgentemente, bajó la demanda mundial, los árabes ya lo venden más barato que nosotros, hoy es un mercado de compradores no de vendedores decía Jorge Díaz Serrano, Director de Petróleos Mexicanos al Lic. José López Portillo, a lo que el todo poderoso presidente contestó: Dile a los mercados que nos compran a este precio o ya nunca les volveremos a vender.

Señor Presidente, debe usted devaluar el peso mexicano ya que la paridad peso dólar es insostenible por la crisis del petróleo, balanza comercial deficitaria y la enorme deuda pública contraída a razón de la expansión petrolera, un dólar es tan barato como un chicle a una “paridad igual dólar por chicle insistía Don Carlos Abedrop”, banquero mexicano y uno de los dueños de Banco del Atlántico, al presidente José López Portillo, mexicanos compraban bienes inmuebles en América, también le remarcaba que si no devaluaba el peso, la fuga de capitales mexicanos que cambiaban sus pesos a dólares podría ocasionar una devaluación histórica y un fin de sexenio catastrófico, que se estaba a tiempo de estabilizar los mercados cambiarios, a lo que el todo poderoso presidente contestó: No voy a devaluar, porque presidente que devalúa también se devalúa, voy a mandar mensaje a los mercados financieros de que el peso está más fuerte que nunca, y verás cómo daré con mis palabras estabilidad económica.

Tan soberbio por tanto poder y por un Congreso palero que le aprobaba al ejecutivo federal todo y hacían que el presidente estaba engañado así mismo, triste pero padecía un auto engaño. Días después a mediados de 1982 en Guadalajara, Jalisco declaro: “Defenderé el peso como un perro”, frase que lo acompañó el resto de sus días, se gestó inflación que generó pobreza inmediata en cuestión de días.

Las decisiones soberbias y desconectadas de la realidad tomadas por José López Portillo causaron un estancamiento económico de 10 años que se extendió hasta inicios de los años noventa por 1991. Al final de su mandato en su último informe de gobierno José López Portillo culpó a todos de la crisis económica y eludió su responsabilidad histórica de sus errores y dijo: “Soy responsable del timón pero no de la tormenta”.

Ya como expresidente de México nunca pudo volver aparecer en público, ya que alguna ocasión lo intentó en restaurantes de Cuernavaca dónde vivía con Sasha Montenegro o en la zona de Bosques de las Lomas cerca de la Colina del Perro dónde vivía también hoy junto a “La Toscana” de esa zona lujosa y que hoy es set caro de series de Netflix como “Nosotros Los Nobles” o Novelas de Televisa, pero la gente le gritaba y le ladraban imitando a perros, para bien pero para mal hoy es recordado como el presidente que lo pudo hacer todo, pero no hizo nada, sólo destruyo y no supo administrar la abundancia, como un pobre que se saca la lotería nacional y se la gasta en seis meses.

Fue también la época en que surgieron fortunas privadas inmensas en las descomunales obras públicas en marcha en esa época, elefantes blancos de su administración, la corrupción por las adjudicaciones directas a los amigos y prestanombres fueron también la causa de la debacle económica.

Una generación de mexicanos padeció las consecuencias de un irresponsable José López Portillo, en esos días el presidente era responsable de cada decisión, no había organismos autónomos en esos tiempos, por lo tanto, el inventó las tormentas y no pudo manejar del timón.

Su último gesto político, de frivolidad por cierto, en su sexto informe de gobierno fue pedir perdón a los pobres, a los que prometió sacarlos de la pobreza seis años antes, y lloró en su último informe ante la nación, los últimos días de su gobierno vivió encerrado en la residencia oficial de los Pinos y dejó actividades públicas, no pudo afrontar como hombre de Estado el daño causado por sus decisiones y acciones, siempre se lamentó que no se preparó para ser expresidente de México y se arrepintió de haber creado las tormentas y haber perdido el timón, así como a sus amantes.

La historia lo seguirá juzgando, como anotación importante hay que destacar que fue un candidato que ganó sin contrincante alguno y aun así obtuvo millones de votos, estupendo y gran candidato el pueblo lo quería, excelente orador, pero como presidente fue el peor de su época, del amor al odio como consecuencia de los hechos y sus actos.

Esto sucedió a finales del siglo pasado, no lo padecieron personas que hoy tienen entre 20 y 40 años de edad aproximadamente, pero sus padres y abuelos sí.

Por lo pronto mientras usted lee está columna José Ramón López Beltrán vacaciona en un Resort de Aspen, Colorado con su familia que es su esposa, hijo, hija y un asistente personal, un destino que es un referente de lujo de lujo por sus exclusivos restaurantes y tiendas de moda, igual lo hacía José Ramón López Romano cuando su papá era presidente de México, por lo que la película es la misma y solo cambian los actores. Al tiempo.

Twitter: @RodolfoReus