El camino es una obra de arte

Coatzacoalcos - Minatitlán - Sur | 2021-02-06 | Martha Adriana Ortiz- Cesar Daniel Gonzáles Madruga


 

En ocasiones a la caminata por el Renacimiento Mexicano, llegan a peregrinar seres que, como estrellas fugaces, comparten su estela de luz, y aunque sea por una sola vez su aparición, dejan muchos mensajes, claves e historias sembradas en el camino y en los demás caminantes.  También debe confesarse que después de hacerse peregrino o peregrina del espíritu de México, ya no se vuelve a ser el mismo ser, como que el camino transforma y trasciende a quien lo siente en la planta de sus pies.  Se vive una especie de “despertar de conciencia”, el cual permite el renacimiento y reconexión de un senti-pensar distinto, como si hubiera estado ahí siempre, en forma de semilla, es decir, con todo el posible potencial creador dentro de sí, y el camino, el cual no puede entenderse, sin que se sienta a flor de piel, el viento, el sol, la lluvia y la Tierra.  Los cinco elementos convergen de manera equilibrada para que esas semillas, que se creían cuasi extintas, puedan empezar a germinar,  y poco a poco brota la raíz, la cual va creciendo en la profunda oscuridad del vientre de la Tierra, hacia dentro para sostenerse y encontrar alimento, mientras que el tallo, aunque sea tierno, se mantiene bien erguido mostrando todo el ímpetu ante la  faz del sol y del mundo.  




 

Nuevos arquetipos se van conformando en todos los cuerpos de los caminantes, no sólo por la exigencia misma de la extensión del territorio a caminar, sino que, es la misión, rezar por México y por todas las relaciones. Cada caminata se va reinventando en el camino, se dejan pieles viejas, se realinean y reprograman los circuitos del cuerpo causal, renacen pensamientos y sentimientos desde el cuerpo etérico y se reciben nuevas inspiraciones desde el cuerpo espiritual.   No sólo es una caminata más, es algo que trastoca la materialidad, no sólo hay fe por la Morenita, sino por Uno mismo y por la Tierra mexicana que ha visto nacer y crecer a millones de seres humanos y no humanos.




 

Entre las estrellas fugaces que han iluminado el camino, se puede ir mencionando algunas de ellas, como es Elizabeth Himes, una mujer que además de ser hermosa en toda la extensión de la palabra, su esencia se expresa a través de su arte.  Desde que supo de la caminata, ella estaba dispuesta a caminar de uno a dos días como máximo, sin embargo el camino la atrapó y ya no la dejó ir hasta concluir y llegar al lugar de poder.   Ella es tan correcta y tan propia, llevaba calzado y ropa para toda ocasión, para la lluvia, para pavimento, para terracería, por si hacía mucho calor, mucho frío y también para descansar, así como portaba protectores solares, cremas para el fío, para hidratar y para todo lo que una mujer puede necesitar.   Era tan rápida y ágil en cada uno de sus pasó, que incluso ha sido la caminante que más ha caminado en un solo día, iba y venía, corría para alcanzar la camioneta, la cual va resguardando a los caminantes en el camino, y de inmediato volvía alcanzar a los caminantes a los cincuenta, cien, o hasta doscientos metros de distancia, nunca perdía el glamour, siempre se veía tan fresca y hermosa, su presencia y apariencia reflejaban la belleza de sus obras, su mirada compasiva, su conciencia crítica, su escucha comprensiva y siempre un dialéctica fuerte, la cual más allá de cualquier debate expresaba siempre un punto distinto de ver las cosas. 




 

En una de esas visitas que hizo a la camioneta, para cambiarse nuevamente el calzado, se percató que venía un trailer a toda velocidad muy pegado, en ese momento quien iba manejando la camioneta era Izipactli, no se habían dado cuenta de lo fúrico que iba el trailer, probablemente ni siquiera el conductor se había percatado que iba un contingente de peregrinos, así que Elizabeth alertó a Izipactli y de inmediato aceleró y se colocó más cerca de los caminantes para cubrirlos y fue así como Elizabeth Himes, además de cambiarse los zapatos, a doc al calor del pavimento, había salvado a los peregrinos de una embestida por ese trailer. 




 

Elizabeth concluyó la caminata, iba aplazando día con día su regreso, ya su corazón estaba más que conectado con el camino, ofrendó cantos, semillas, agua, en su mirada se podía contemplar como dentro de su mente estaba imaginando nuevas obras de arte, recibió la inspiración de la presencia absoluta de la naturaleza, se entregó a los cantos, a los rezos y se hizo una con los elementos. Compartió su luz al camino del espíritu de México y como buena estrella fugaz, se espera que algún día vuelva a caminar con los peregrinos del renacimiento. Una de las lecciones que exteriorizó Elizabeth a todos sus compañeros, fue que iban a caminar preferentemente a todos los lugares, los cuales sólo sus pies la pudieran llevar. 




 
 
 
Martha Adriana Morales Ortiz “Colibrí”, César Daniel González Madruga “El Siervo”, Rafael Aluni, Dorian Antuna, Enrique Quezadas, Lupita García.