Veracruz | 2022-10-10
Se preguntaba Jaime Sabines: si es huérfano el que pierde a un padre, si es viudo el que ha perdido una esposa, ¿cómo se llama quien pierde a un hijo?
¿Cómo llamarlo? ¿Cómo describir su dolor?
México es un país de esas personas. 23, 859 niñas, niños y adolescentes han desaparecido en México durante este sexenio lamentable.
17 cada día.
De ellos, 6,337 no han aparecido y quizá nunca lo hagan. Se esfumaron. No están vivos, no están muertos. Simplemente ya no están.
Esos eran hijos de alguien. Hermanos de alguien. O quizá no. País de huérfanos y de víctimas: eso somos. Una sociedad herida. Con hogares dislocados.
Un país se pierde cuando deja de importarle el otro.
Este drama viene de atrás y viene de la profundidad. Hay que recomponer a la sociedad: con educación, con cultura, con salud, con empleo, con pensiones. Hay que intervenir en las colonias para resarcir la solidaridad. Hay que atacar de frente al machismo y a la dictadura de la adicción.
Alma Delia Murillo habla de un país donde todos somos hijos de Pedro Páramo. Es cierto. Pero hay otro: el que Sabines, ni yo, podemos nombrar.
El que está perdiendo, cada día, a sus hijos. El que se esfuma junto con ellos.
@fvazquezrig
/pn