Coatzacoalcos Ver | 2023-02-17
¿Cómo está usted?
Afectuosamente lo invito a nuestras reuniones Dominicales a las 11:30 o 6:30 en la Iglesia Cristiana Bíblica AGAPE de La Llave 1002, casi esquina con Aldama.
Permítame narrarle algo extraordinario que leí hace tiempo: En cierta granja de Oregón, Estados Unidos, se desató un incendio que todo lo consumió. Todo el granero y los utensilios que en él había quedaron reducidos a cenizas en unos minutos.
Cuando uno de los bomberos movió con su pala los escombros humeantes halló una gallina totalmente calcinada. Al removerla con un pie se llevó la sorpresa de su vida: ¡Varios pollitos salieron corriendo de debajo totalmente ilesos!
Todos se dieron cuenta que ella pudo fácilmente salvar su vida, pero prefirió morir cubriendo a sus hijitos en una muestra de amor animal que nos admira y llena de ternura.
¿Qué le parece esto, mi amable lector?
Como Pastor Cristiano quisiera enfocar esto a un plano espiritual muy elevado:
Hace dos mil años en El Calvario, alguien precioso entregó su inmaculada vida recibiendo en sí mismo las oleadas de fuego que la ira de Dios desató contra el pecado.
A fin de consumir y expiar la deuda que todos los seres humanos teníamos sin distinción de sexo, raza, cultura ni posición económica. Esta deuda infinita era nuestra maldad.
El Profeta Isaías dijo que “Dios cargó en Él (JESUCRISTO) el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6)
Esto se cumplió cuando Jesús murió en la cruz recibiendo el castigo que usted y yo merecíamos, mi amigo y amiga.
Voluntariamente decidió ofrecerse en sacrificio supremo cubriéndonos con su sagrado cuerpo en una muestra de amor incomparable. Teniendo todo el poder para salvarse prefirió morir para darnos así la vida eterna.
Cuando en el huerto del Gethsemaní sanó la oreja de Malco, el soldado, ferozmente cercenada por El Apóstol Pedro, Jesús dijo que si lo hubiera pedido su padre celestial hubiera enviado miles de ángeles para defenderlo (Mateo 26:47-54).
Usted debe reflexionar y darse cuenta de que lo que sujetó a Jesús a la cruz no fueron el poder de Poncio Pilato, ni los soldados romanos, ni los hipócritas sacerdotes judíos y ni siquiera los terribles clavos, sino su infinito amor por usted y por mí.
Fue el ver nuestras vidas destrozadas por el dolor y el pecado y sobre todo ver nuestro destino eterno de condenación en el infierno lo que lo sujetó al atroz madero.
Soportando los escupitajos, la corona de espinas, los latigazos, burlas y sobre todo el desprecio que desde ese entonces y éstos veinte siglos Él ha estado soportando.
No obstante, existimos personas que, aunque formamos minoría en el mundo hemos decidido voluntaria y fervientemente aceptar esa cobertura de amor que Jesús nos ofrece renunciando a nuestras vidas de pecado, de falsa religiosidad y ateísmo.
Así estamos plenamente convencidos de que cuando ocurra el juicio final que sin duda se efectuará por la sencilla razón de que Él lo dijo, nuestras vidas serán preservadas por los siglos de los siglos en el hogar celestial que amorosamente fue a prepararnos más allá del sol (Juan 14:1-3).
¿Qué le parece esto, mi amigo y amiga? ¿Le suena a fanatismo religioso o fábulas para ingenuos o débiles mentales?
Piense lo que sea, pero yo he decidido desde hace 43 años, creerle a Jesús y rendirle mi vida entera y estoy absolutamente seguro de que jamás seré defraudado pues Él jamás mintió.
Pero si decide creer lo que hoy ha leído le tengo excelentes noticias: ¡Todavía hay lugar para usted AL ABRIGO DEL ALTÍSIMO!
Sólo venga a Él en humilde y sincera plegaria y será protegido eficaz y eternamente por el Señor JESUCRISTO.
Él dijo así: “Jerusalem, Jerusalem: ¡Cuántas veces quise cobijarte como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas y no quisiste!” (Mateo 23:37).
¡No deje que esto se aplique a usted! ¡Venga a Él hoy mismo antes que sea demasiado tarde y recibirá su protección eternamente!
Gustosamente lo atenderé en el 921-268-4419.
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¡Que Dios lo bendiga mucho!