(+Video) Kevin, deportado y ‘devorado’ por ‘La Bestia’

Coatzacoalcos, Ver. | 2022-08-01

“Dios me va a ayudar, Dios me va a ayudar”, con esas palabras el hondureño Kevin Misael Rodríguez Flores describía su dolor al haber sido mutilado de parte de ambos pies; él apenas fue deportado del norte del país sin imaginar un simple juego lo lesionaría de por vida al subirse a ‘La Bestia’.

De acuerdo con varios de los migrantes que se resguardan debajo del Puente de la Avenida Uno, Kevin Misael regresó este lunes a Coatzacoalcos, siendo deportado del norte, frenando momentáneamente -hasta antes de su accidente- ‘El sueño americano’.

“Llegó inmediatamente a estar tomando y se puso a jugar”, expresó una de las migrantes, a quien le asignaron la tarea de repartir comida a sus demás compañeros, pues a un costado se encuentra ‘La Casa del Migrante’.

“No hagas fuerzas loco, no hagas fuerza, hey tranquilo”, eran algunas frases que le decían otros migrantes a Kevin, un joven de 27 años que sólo regresó a sufrir una desgracia, a decir por los testigos, fue por no controlar su manera de beber.

“Yo les estaba repartiendo comida y me comenzó a insultar, me mentó la madre, le dije que no tenía porqué ser así, esto que le pasó es un karma, yo no ando por la vida deseando el mal, pero desde que llegó se portó muy grosero”, indicó la migrante.

Los testimonios señalan que a Kevin se le hizo fácil ‘torear a La Bestia’, quiso subirse en uno de los trenes foliados con los números que van del 9 mil al 10 mil, pensando que ése lo llevaría de nuevo al norte del país.

“Le comenzamos a decir que dejara de estar saltando, pero no hizo caso, le dijimos que el tren que va al norte es de los que traen el número 4 mil, pero no hizo caso y se accidentó, por eso que le llaman ‘La Bestia’ al tren, ‘La Bestia’ le devoró uno de sus pies, el otro le quedó como astillado”, expresó con asombro la migrante.

Ahora Kevin fue trasladado al Hospital Regional Valentín Gómez Farías, sin embargo, perdió parte de uno de sus pies al quedar cercenado después de su empeine; y del otro perdió un dedo; sin duda, él espera que Dios, en efecto, lo pueda ayudar.