Coatzacoalcos, Ver. | 2022-05-02 | Valentín Alor
Como un sobreviviente, así se considera Don Francisco López Hernandez, quien se gana la vida vendiendo paletas de hielo, y es que a decir del hombre de 72 años, los paleteros se están extinguiendo, aseguró que las paleterías tradicionales se están acabando y que tras la pandemia el panorama no es muy alentador para esta labor.
Bajo un sombrero algo desaliñado pero lo suficientemente fuerte para protegerlo de los rayos del sol, Don Francisco todos los días camina hasta 15 kilómetros para llevar comida a su mesa.
La meta de Don Francisco es caminar lo que más pueda, empujando su carrito de paletas para intentar vender 50 paletas y bolis a 10 pesos, confesó que su ganancia es de sólo dos pesos por pieza...y así aunque el calor sea intenso Don Francisco reúne las fuerzas para hacer su cotidiano recorrido entre las calles Zamora, Aldama y Galeana,explica que antes vendía el producto afuera de las escuelas ahora prácticamente a veces tiene que caminar por toda la ciudad.
El trayecto habitual es desde la colonia Ejidal donde se encuentra la paletería el Cisne, hasta el parque Independencia y de ahí regresa otra vez a la colonia donde también tiene su domicilio.
Don Francisco dice no tener apoyos de programas Federales como el 65 y más de la Secretaria del Bienestar ya que no cuenta con acta de nacimiento ni estudios y no sabe cómo hacerle, así que ante la necesidad no le ha importado humedecer de sudor sus ropas con tal de lograr la venta de sus paletas.
Con una peculiar voz, ya que dijo que padece "ronquera", el hombre de baja estatura narró que es originario de Tapachula Chiapas, con una mirada de nostalgia recuerda que desde pequeño su padre le enseñó a trabajar y lo llevaba a las labores del campo y por ello no tuvo el tiempo ni la oportunidad de acudir a la escuela.
Don Francisco ha vivido gran parte de su vida en Coatzacoalcos, dijo no tener hijos y nunca se casó, actualmente su vida consiste en empujar el carrito de paletas por la ciudad, buscar los parques, las céntricas avenidas o los lugares donde él tenga oportunidad de vender sus paletas, así que si por ahí reconoce la figura pequeña y encorbada de un hombre con sombrero, no lo dude comprele una paleta y apoye a que el oficio del paletero tradicional no desaparezca.