Coatzacoalcos Ver. | 2024-03-20
Una de las piezas fundamentales en el desarrollo y éxito de los medios de comunicación es el impacto visual que se logra a través de las imágenes, por lo tanto, la labor del fotógrafo es esencial en la construcción y transmisión del mensaje periodístico.
En Diario del Istmo la labor de los fotógrafos ha destacado con luz propia, capturando pedazos de la realidad que se vive en la zona sur diariamente, esto a través de los 45 años de productiva existencia de la edición impresa y posteriormente, la evolución digital del Corporativo Imagen del Golfo.
Uno de estos profesionales de la lente es Felipe Guzmán Jiménez, quien actualmente tiene 56 años de edad y cuenta que comenzó en septiembre de 1993 a trabajar como fotógrafo en los medios de comunicación. A partir de 1998, un 28 de abril según recuerda, se incorpora a Diario del Istmo donde su labor no ha sido interrumpida forjándose como uno de los pilares de esta casa editorial.
De esta manera, desde hace más de dos décadas ha sido testigo de la evolución que ocurrió en el tratamiento de la nota periodística roja a medida que surgió una nueva interpretación de los derechos humanos de las víctimas, la presunción de inocencia de los detenidos y la no revictimación de quienes se han visto expuestos a sufrir la comisión de un delito.
Precisamente este nuevo enfoque en el tratamiento de los hechos policiacos es el que ha revolucionado la sección de nota roja en los medios de comunicación y sensiblemente, los impresos que por su enfoque de publicarse al ´día siguiente´ del evento permite desplegar la labor de investigación de parte del reportero o del fotoreportero.
Una de las anécdotas que más rememora es aquella ocasión cuando personalmente se encargó de reconstruir el cuerpo de una mujer desmembrada, en el tristemente célebre caso de "El Chanquilón", carnicero de Coatzacoalcos que en la década de los noventas dio muerte y desmembró a una fémina tras una discusión durante una noche de parranda, tal como describieron los medios de comunicación en aquella oportunidad. Aunque no lo hizo solo, tuvo cómplices que no recibieron el peso de la ley.
Las escalofriantes notas rojas de entonces resumen como los restos fueron abandonados en dos partes. Los brazos y piernas a un costado de una carnicería ubicada en la calle Vicente Guerrero con General Anaya; el tronco fue descubierto en General Anaya entre Nicolás Bravo y Guerrero, también.
En este famoso caso que conmocionó a la sociedad porteña debido a su inhumana brutalidad, fueron tres los inculpados en la muerte de Esperanza -nombre de la víctima-; tratándose de ´La Manuela´, ´El Chanquilón´ y ´El Jhoni´.
Se cree que esta última persona mencionada habría sido el ejecutor quien se dio a la fuga y no fue posible detenerlo, de tal forma que se inculpó a ´El Chanquilón´, quien se dedicaba a la tablajería además de contar con antecedentes penales previamente al crimen.
En cuanto a ´La Manuela´, este sujeto pertenecía a la Comunidad LGBT y fue responsabilizado por prestar la casa donde ocurrió el terrible evento tras una noche de copas y diversión que acabó en asesinato.
Respecto a la muerte de Esperanza, lo que más recuerda Felipe Guzmán dentro de su vida profesional, es como las autoridades periciales le permitieron reconstruir el cadáver con las partes cercenadas para tomar la macabra imagen del cuerpo de la víctima.
Actualmente Felipe Guzmán asegura, a más de tres décadas de aquella gráfica, que ahora por ningún motivo lo volvería a hacer, porque en el transcurso del tiempo crecemos y maduramos, por lo cual otros principios acompañan nuestra existencia.
El manejo correcto de la fotografía para que cumpla el propósito de transmitir adecuadamente una noticia es el área policiaca, a través de los años ha evolucionado hacia un enfoque más humano de los hechos, evitando la exposición y exhibición sobre todo en el caso de los menores y las mujeres. A casi tres décadas de distancia podemos darnos cuenta que en el caso de ´Esperanza´ no ocurrió así.
Aparte, cabe mencionar que hoy en día ninguna autoridad ministerial o pericial permitiría semejante ocurrencia. Actualmente, debido a la imparable ola de desaparecidos que ha dejado la lucha infructuosa contra el crimen organizado, profanar de esta forma los restos de un ser humano es absolutamente impensable sin que medie un delito alrededor de ello.
Entre recuerdos vividos de sus primeros años dentro de la labor de fotógrafo en medios de comunicación, rememora también como muchas veces estuvo cerca de cadáveres en putrefacción y el nulo respeto a los derechos humanos de las víctimas que entonces permeaba la justicia en México y por ende, en la zona sur de Veracruz.
No olvida tampoco cómo se ha modificado la relación entre las corporaciones policiacas y los medios de comunicación, siendo mucho más flexibles anteriormente de lo que son ahora.
En aquellos años se facilitaba completamente ubicar los hechos policiacos, tomar fotografías de las víctimas, incluso hasta viajar en las patrullas o acceder a los separos y las comandancias. Ahora, en 2024 ya no es así.
Felipe Guzmán es un talentoso fotógrafo, de baja estatura y complexión menuda, su voz baja a veces apenas se alcanza a escuchar, pero dentro de esta discreta personalidad se esconde un genio de la lente que de forma innata aprendió a pulsar el obturador en el momento preciso.
Criado y adoctrinado en un hogar de fotógrafos, corre por sus venas el ADN que se requiere para estar presente en el justo instante que permite a un artista de la lente detener el tiempo e inmortalizarlo.
Son las experiencias y nuestro andar por sitios oscuros o luminosos, los que nos forjan como héroes anónimos, los que nos llevan a reconstruir nuestra realidad día con día.
Quizás si Felipe Guzmán no hubiera caminado entre los muertos del cementerio o encarado de frente la sombra de la muerte, no sabría ahora lo que es abrazar el miedo y proseguir, sin temerle al fracaso.
Por todo eso, Felipe Guzmán es pieza fundamental de Diario del Istmo y hoy, cuando el medio impreso cumple 45 años, casi un lustro de existencia, puede decir con justa razón, que quizás la historia no sería la misma si aquel día no hubiera unido las partes de un cadáver desmembrado.
Cabe mencionar, que Diario del Istmo y su periódico hermano el Órale! no han quedado exentos del nuevo tratamiento legal en cuanto al manejo de la cadena de custodia en el caso de homicidios, accidentes o delitos de otra índole; así mismo en la preservación de la escena del crimen en la cual ya no se puede irrumpir como se realizaba hace una década por ejemplo. Preceptos que todo el personal ha sabido cumplir responsablemente al pie de la letra.