| 2022-12-01
Hoy en día las caras aparentemente felices abundan en las redes sociales. Esto parece alimentar la idea de que todos están muy bien, y enfatice sentimientos de tristeza o insatisfacción en quienes no creen cumplir con este ideal.
Es probable que sientas entonces que fingir un estado de felicidad te ayudará a conseguirlo, pero no es así. La realidad de esto es que tratar de convencerte a ti y a los demás de una felicidad que no sientes, solo te traerá insatisfacciones y mayor sufrimiento.
Te explico cómo es esto posible:
Para la sabiduría oriental, se trata de una polaridad simultánea. Es decir, cuando una persona trata de impostar una felicidad inexistente, generalmente busca negar algo penoso que verdaderamente siente o experimenta. Rechaza un aspecto interno con el cual rehúsa a hacer contacto, porque sus sombras le reflejan algo con lo que no quiere o no se siente capaz de enfrentar. Esta especie de pseudo alegría encubre un vacío peligroso que aflora en nuestro lado inconsciente y emocional de una manera violenta y autoflageladora.
Esto es porque nuestra mente funciona como un reloj de arena. Cuando generamos una emoción forzada para evadir otro sentimiento negativo, estamos generando un caldo de cultivo para lo negativo, ya que es un aspecto o herida no autorreparada que termina expresándose de manera errónea. Creemos que el aturdimiento del mundo exterior puede tapar esa carga y tratamos de subsistir en esa alegría prefabricada por decreto, y lo que hacemos realmente es acallar esa parte de nosotros y negarnos a escuchar y a atender nuestras verdaderas necesidades emocionales para sanarlas.
Entonces, si hoy no te sientes bien o no has tenido un buen día ¡Exprésalo! Hazlo consciente e intenta reparar los daños. Forzarnos a expresar una alegría que no sentimos es negarnos a la posibilidad de encontrar nuestra propia y real felicidad.