| 2022-11-17
Todos mentimos, es un hecho. Pero hay de mentiras a mentiras, y de mentirosos a mentirosos. Éstos van de los que lo hacen de forma esporádica o para minimizar un gesto, y otros que han hecho del engaño una compulsión, una forma de vida. Son los que no solo mienten para conseguir algo o evitar una sanción, sino por el simple hecho de que no se pueden contener, y con el tiempo los coloca en situaciones de peligro, pues inventan historias insostenibles.
Decía el filósofo británico Alexander Pope "el que dice una mentira no se da cuenta del trabajo que emprende, pues tiene que inventar otras miles para sostener la primera".
Hay personas que no pueden controlar la compulsión por mentir, y se les conoce como mitómanos. Engañan de modo compulsivo, y repetitivo.
Para el mitómano:
Engañar es su forma de relacionarse con los demás, un mecanismo de protección.
Se siente raro diciendo la verdad, cómodo mintiendo.
Es inseguro y con una autoestima muy baja.
Miente para ser aceptado, inventa una imagen para encajar en un grupo.
Vive insatisfecho con su realidad.
Llega a creer que sus mentiras no afectan a nadie y las convierte en una respuesta automática.
El síndrome de Pinocho
La tendencia a mentir, también se conoce como el síndrome de Pinocho, en referencia a la historia en la que al muñeco de madera le crecía la nariz cada vez que mentía.
Si dices mentiras piadosas para no herir a alguien, entonces analiza hacia dónde te está llevando la falsedad. Pero si ya lo estás haciendo de forma casi habitual, ¿has perdido la confianza de los demás, tienes problemas con tu familia, hijos, pareja, en tu trabajo... Deseas cambiar porque te sientes aislado?
A menos que exista un serio trastorno psicológico, todos y todas conocemos el momento exacto en que el que diremos una