Consejos para dejar de procrastinar

| 2021-05-13 | Alejandro Quijano

Todas las personas hemos procrastinado en algún momento de nuestra vida


¿Has dejado de lado un documento pendiente para la escuela o el trabajo por ver un episodio más de una serie? Eso es lo que se conoce como procrastinar.

Todas las personas hemos procrastinado en algún momento de nuestra vida. La procrastinación es por definición: “posponer o aplazar tareas, deberes y responsabilidades por otras actividades más placenteras pero irrelevantes”. Uno de cada 5 adultos y 1 de cada 2 estudiantes lo hacen continuamente. Hacerlo con frecuencia nos causa ansiedad o nos hace quedar mal con otras personas. Por eso es importante que sepamos identificar cuándo lo estamos haciendo, por qué, y sobre todo: cómo parar.

¿De dónde vienen las ganas de posponer los quehaceres?

Normalmente podríamos pensar que dejar de lado los pendientes por buscar entretenimiento es debido a una mala gestión del tiempo. Pero la ciencia no ha encontrado pruebas de que sea así. De hecho, ha demostrado que se debe a una mala gestión de las emociones.

A simple vista parece ser que dejamos de lado las responsabilidades por carecer de fuerza de voluntad y autocontrol para realizarlas. La verdad es que lo hacemos por una incapacidad de prolongar la recompensa de hacer actividades placenteras y de lidiar con el estrés, lo cual no tiene nada que ver con el manejo del tiempo.

De igual manera, no pensar en los efectos de nuestras acciones a largo plazo hace atractiva la idea de dejar los quehaceres al último.

¿Cómo detenernos?

La psicología propone algunos métodos simples pero efectivos para dejar de procrastinar:

1.- Minimizar las escalas de tiempo: en lugar de pensar “faltan 2 días para entregar esto”, piensa “faltan 48 horas”. Una noción más corta permite reconocer la urgencia de las tareas.
2.- Ejercicios de mindfulness: ser conscientes del momento presente y de lo que implicaría el desperdiciarlo en actividades sinsentido previene que prolonguemos lo inevitable.
3.- Piensa en las ventajas de hacer la tarea que estás posponiendo: con preguntas como: “¿Cómo hacer esto me hará sentir mejor conmigo mismo? ¿Cómo ayudará a otras personas?”