Lo que para muchos es solo un día de ventas, para don Arturo González Flores es una fecha de gratitud. Desde hace 27 años, este hombre de oficio noble ha recorrido las calles de Agua Dulce vendiendo nieves artesanales, pero desde hace doce años, cada Día del Niño detiene el negocio... para regalar.
Este 30 de abril volvió a recorrer las calles de la congregación de Tonalá, no para vender, sino para repartir gratuitamente su tradicional nieve a los pequeños que se cruzaban en su camino. Su triciclo cargado de sabores y buena voluntad se ha convertido en símbolo de alegría para cientos de niños hidrómilos.
Don Arturo recuerda que fue precisamente gracias a los niños que su negocio pudo sostenerse por décadas. "Ellos son los que hacen que el papá saque la cartera", dice entre risas, con la voz firme de quien sabe lo que es ganarse la vida con el sudor diario.
En años anteriores, su ruta ha incluido colonias marginadas, ejidos e incluso comunidades tabasqueñas. No busca fama ni likes, simplemente devolver un poco de lo mucho que la vida le ha dado con su carrito de nieves.
Sus familiares, vecinos y clientes lo consideran un ejemplo de generosidad. En redes sociales, sus hijos y nietos lo llenan de mensajes de admiración, destacando que gracias a ese humilde oficio, la familia salió adelante.
Para muchos, la nieve de don Arturo refresca el cuerpo... pero su gesto, sin duda, reconforta el alma.
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