La sangre tipo O, siempre fue un enigma que fluyó fuertemente en las poblaciones de América del Norte y del Sur.
Este tipo de sangre tiene la característica de carecer de antígenos A y B en los glóbulos rojos, se trata de una herencia de los pueblos originarios de este continente, de la cual ha sido objeto de estudio científico durante décadas.
En la década de los ochenta un estudio realizado en la población debajo de Arizona rebeló que el 99 por ciento de los individuos muestreados compartían este tipo de sangre, una tendencia que se repetía en otras poblaciones indígenas de todo América.
La prevalencia de este tipo de sangre es aún un misterio para la comunidad científica, existe la teoría al respecto relacionada con la evolución y la selección natural, pues varios expertos especulan que la sangre tipo O habría ofrecido algún tipo de ventaja a nuestros ancestros indígenas para sobrevivir en altitudes elevadas donde la presión de oxígeno es baja.
La característica mencionada anteriormente, la cual es no poseer los antígenos A y B en la superficie de sus glóbulos rojos, la convierte en un donante universal porque puede transferirse a cualquier individuo independiente de su tipo de sangre, no obstante, la desventaja con esta es que solamente puede recibir de su mismo tipo.
La prevalencia de la sangre tipo O no es igual en todo el mundo, a pesar de ser el tipo más común del mundo con el 45% de la población compartiendo este tipo, la prevalencia varía de una región a otra, no obstante, las poblaciones indígenas de Las Américas, el grupo sanguíneo O es el que más predomina y también el que plantea más preguntas que respuestas.
En años recientes, los análisis de ADN han permitido rastrear la ascendencia de las personas para descubrir sus raíces y orígenes, como un hombre de 73 años quien descubrió que era bisnieto de ‘Toro Sentado’ un afamado líder de la tribu sioux.
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