Prioridades distintas
En las elecciones del 2018, treinta millones de mexicanos ilusionados votaron por quien aseguraba tener la fórmula para conseguir un cambio verdadero que sacaría al país del atraso.
Por quien acabaría con la corrupción, la impunidad y la violencia.
Por quien ofrecía respeto irrestricto a los demás poderes, reducir las desigualdades y además, gracias a la austeridad con que manejaría su administración, alcanzaría el presupuesto para mejorar la salud y la educación de todos los mexicanos.
Votaron por quien prometió que México crecería cuando menos al 4% anual.
El problema es que nada de lo prometido se ha cumplido.
Pero ese no es todo el problema. Junto con el candidato triunfador, llegaron al poder también personas de filiación socialista y hasta algunos comunistas que se incrustaron rápidamente en puestos clave del gobierno federal.
Otros más llegaron también al poder legislativo de pura casualidad. Salvo excepciones honrosas que siempre las hay, la gran mayoría jamás hubiera ganado la elección por méritos propios. Simplemente supieron subirse a la corriente de esperanza que generaba el candidato a la presidencia y aprovecharon el respaldo que les dio, cuando pidió voto parejo para todos los candidatos de su partido.
Ahora esos legisladores cuentan con el número de votos suficientes para modificar las Leyes de acuerdo con la ideología que practican y de las instrucciones que reciben.
Por eso, en lugar de instrumentar políticas públicas sensatas que ayuden a que haya inversión productiva en nuestro país, para que se generen empleos suficientes y bien pagados; los diputados y senadores afines a la llamada 4 T hacen todo lo contrario, siguiendo las indicaciones que les dictan desde arriba.
Hay escasez de empleos y la economía anda dando traspiés. Muchas pequeñas empresas han cerrado y otras más hacen malabares para no quebrar. Otras no invertirán hasta que haya certidumbre jurídica.
En lugar de atender lo indispensable y urgente para conseguir el bienestar que necesita la población, los legisladores están más preocupados por imponer su agenda ideológica.
Para ellos resulta prioritario legalizar la marihuana, el aborto y el matrimonio de un hombre con otro hombre y de una mujer con otra mujer.
El primero es un vicio que afecta severamente la salud. El segundo es un asesinato con todos sus agravantes. El tercero va contra la esencia y el significado de la palabra matrimonio, que no es otra cosa que el conjunto de ordenamientos legales que protegen a la mujer y a sus hijos.
Las relaciones homosexuales simplemente no generan vida; por lo tanto, el término matrimonio no puede aplicarse. Se le podrá llamar de otro modo a ese tipo de uniones, pero jamás matrimonio.
Respecto al aborto: ¿No se darán cuenta quienes dicen defender a ultranza a la mujer, que más de la mitad de los bebés sacrificados mediante el aborto son precisamente niñas?.
¿Quién defiende el derecho a la vida de las niñas que son abortadas?
¿Tampoco se habrán dado cuenta de que la mayoría de la población rechaza las drogas y el aborto?.
¿No sabrán estas personas que la marihuana es la droga que muchas personas empiezan consumiendo, para después seguir con otras más potentes?.
¿No entienden que las drogas destruyen, que las personas viciosas afectan su salud y que al deteriorase esta, con el tiempo dejan de trabajar?. Al no tener empleo, la manera de conseguir dinero para comprar la droga que necesitan es cometiendo delitos.
No hay país en el mundo que haya progresado fomentando los vicios.
Este es el resultado de haber permitido que llegaran al poder quienes no buscan el bien común de México, sino que siguen al pié de la letra los perniciosos lineamientos ideológicos de corte socialista que impulsa el Foro de Sao Paulo.
Muy grave es esto.
La única esperanza viable que nos queda son las elecciones del 6 de junio.
¡Tenemos que salir a votar!
¿No les parece a Ustedes?.
Muchas gracias y buen fin de semana.