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Franco: Falso mártir




Si alguien revisa la trayectoria política de Rogelio Franco Castán, difícilmente encontrará historias o acciones que lo destaquen más como un auténtico luchador social que como golpeador de mujeres.

Su caso, como el de muchos políticos veracruzanos de las más recientes camadas, es el de un hombre afortunado que aprovechó las circunstancias para escalar en la política estatal y enriquecerse con acuerdos bajo la mesa con los gobernantes en turno.

Primero tuvo la suerte de servirle como chofer a Arturo Herviz, un líder cañero de la zona de Los Tuxtlas que desde la sucesión presidencial de 1988 trabó relación con Cuauhtémoc Cárdenas y posteriormente con Andrés Manuel López Obrador, a quien acompañó en su marcha por la democracia en 1991 ante el fraude electoral en su primera contienda por la alcaldía de Ángel R. Cabada.

Por Herviz –quien fue diputado local, federal, senador y candidato del PRD a gobernador–, Franco llegó hasta la dirigencia estatal del partido del sol azteca, cargo al que le sacó una enorme raja política y económica con la presunta negociación de candidaturas, cuando dicho instituto político aún no se devaluaba tanto ante el electorado veracruzano.

De hecho demostró haber sido un buen alumno de Herviz, quien en la sucesión estatal de 1998, cuando el PRD encabezaba las encuestas con Ignacio Morales Lechuga como aspirante a la gubernatura, el líder cañero se prestó al boicot para vetar al exprocurador general de la República, favoreciendo obviamente al abanderado del PRI, Miguel Alemán Velasco.

Por mera coincidencia, en el sexenio alemanista el patrimonio de Herviz creció inexplicablemente.

Como dirigente estatal del PRD, Franco emuló las mismas prácticas de su exjefe.

Durante más de doce años consecutivos ha controlado directamente o a través de cómplices la dirigencia perredista, desde el sexenio del exgobernador priista Fidel Herrera hasta la administración de Miguel Ángel Yunes Linares, del PAN, quien en 2016 le entregó la Secretaría de Gobierno en pago a su férrea lealtad, pues resistió fuertes presiones del gobernador saliente Javier Duarte, que intentó por varias vías abortar la coalición de Acción Nacional con el PRD.

Por el voto del perredismo veracruzano, Yunes Linares logró sacarle más de 120 mil votos de ventaja al candidato priista Héctor Yunes Landa, su primo hermano que quedó en segundo lugar.

A Franco no pudo persuadirlo ni Erick Lagos Hernández, su excompañero de la Facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana, quien primero, como secretario privado de Herrera Beltrán, lo acercó con el cuenqueño cuyo primer acto de gobierno fue la firma de un pacto con todos los partidos políticos para legitimar su desaseada elección.

Con Lagos, Franco tuvo dos sexenios de bonanza política y financiera, pues en esos 12 años su amigo detentó un gran poder: fue un influyente diputado local, coordinador de los diputados federales, dirigente estatal del PRI, y subsecretario y secretario de Gobierno. En pago, el tuxpeño evitó que Yunes persiguiera penalmente a Erick, como a otros exfuncionarios duartistas.


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