Cambios disfrazados de buenas intenciones




Los actuales gobiernos morenista llegaron al poder gracias al hartazgo y desencanto ciudadano, a la falta de resultados de los otros partidos, a la corrupción desmedida que imperaba y a la esperanza que generaba un cambio verdadero.

Ganaron también gracias a quienes buscando un cambio votaron por un partido distinto que ofrecía erradicar la corrupción, tomar en cuenta a todos, gobernar con austeridad y buscar que los sectores más pobres tuvieran la oportunidad de salir adelante; sin darse cuenta los votantes que muchos de los integrantes de MORENA,  procedían del viejo régimen al que tanto criticaban.

También llegó dicho partido al poder gracias al INE, que estuvo a la altura de las circunstancias y funcionó como árbitro imparcial, reconociendo los triunfos inobjetables de quienes hasta ese momento eran oposición.

Qué contraste y que diferencia tan grandes si comparamos el INE ciudadanizado del 2018,  con la manipulación de las elecciones 30 años atrás, cuando se organizaban desde la Secretaría de Gobernación y su titular era Manuel Barttlet, a quien misteriosamente se  le cayó el sistema y mediante actos de verdadera prestidigitación modificó durante la madrugada las tendencias, perdiendo  Cuahutémoc Cárdenas y ganando Salinas de Gortari.

Nos queda claro que si el gobierno controla las elecciones también puede controlar sus resultados.

Para evitarlo se creó el IFE y este se transformó en INE.

De ahí la importancia de seguir contando con un INE ciudadano e independiente del gobierno.

Mucho trabajo nos ha costado a los mexicanos crear instituciones confiables que  con todo y sus fallas, que siempre son perfectibles continúan siendo un baluarte de la democracia.

Pero una cosa es mejorarlas y otra muy distinta desaparecerlas o incluso modificarlas para que puedan ser controladas por quienes mandan.

De permitirlo,  iríamos para atrás.

Curiosamente quienes llegaron al poder gracias al voto popular y a la imparcialidad del INE,  pretendan  regresarnos al pasado desapareciendo o controlando al INE.

La idea sembrada desde la cúpula es que el INE resulta muy caro y no atiende los intereses de la ciudadanía, por eso debe cambiarse o desaparecerse.

Como desaparecerlo sería un escándalo, se busca controlarlo asfixiándolo económicamente y pidiendo que los consejeros sean elegidos mediante votación directa de los ciudadanos, lo cual aparentemente suena bastante bien.

Sólo hay un pero: Tendrán los  electores que votar por candidatos previamente escogidos por el Poder Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Es decir, los ciudadanos deberemos votar por candidatos previamente palomeados  por el gobierno actual que ya controla los tres poderes, rompiendo los equilibrios tan necesarios en cualquier democracia.

Eso no es todo. Ahora pretenden desaparecer los legisladores plurinominales, lo cual  suena bastante bien, pero tiene una gran trampa.

1.- Es cierto que dichos legisladores no son populares, porque las listas de los llamados pluris las hacen y aprueban las cúpulas políticas, no la ciudadanía.

2.-Algunos plurinominales, salvo excepciones honrosas y escasas, llegan al cargo sin mérito alguno. Son nombrados por compromisos partidistas, amistades o parentesco con los de mero arriba. En una votación abierta, jamás  ganarían una elección.

3.- Otros más buscan el cargo, porque tienen  una enorme cola que les pisen y el ser legisladores les otorga fuero. No pueden ser por lo tanto detenidos ni enjuiciados por delitos cometidos, a menos que pierdan el fuero citado. Esto les permite  evadir su responsabilidad por trapacerías hechas en cargos anteriores.

4.-Sin embargo, los plurinominales sí  son necesarios para mantener los equilibrios en el Poder Legislativo al representar a las minorías.   Imaginémonos por ejemplo que solo hubiera 2 partidos  A y B.

También supongamos que en todos los distritos del país los candidatos a legisladores  del partido A obtienen el 51% de los votos y se quedan con todas las diputaciones y senadurías.

5.-En automático, podrán cambiar la Constitución. No tendrían contrapeso alguno y el 49% de los mexicanos se quedaría sin representantes.

En el esquema actual, se asignan los plurinominales proporcionalmente a la votación alcanzada por los partidos, de manera que quienes votaron por la opción B (49%), estarían representados en el Congreso lo que contribuiría a tomar mejores decisiones, cosa que no sucedería si todos los legisladores fuesen de un solo partido.

Si quieren mejorar la situación, que se reduzca el número de diputados uninominales y plurinominales proporcionalmente y que los llamados pluris no sean designados por dedazo, sino asignados entre los candidatos que no ganaron, pero que hubiesen tenido la votación más alta.

Esas sí son soluciones.

Las planteadas por el actual gobierno huelen a ocurrencias,  control total y posible dictadura.

¿No les parece a Ustedes?.

Muchas gracias y buen fin de semana.

/lmr



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